GACETILLA

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FELIPE TABOADA - SITIAL DE ADRIANA RAMOS TABOADA

FELIPE TABOADA 1821 – 1853 

 Nace en Matará, Santiago del Estero, en 1821. Esta tierra fue el primer centro político y religioso de la entonces próspera provincia del Tucumán. Fue Felipe hijo de Leandro Taboada y de Agueda Ibarra. Su abuelo paterno Antonio Gil Taboada, noble español, comerciante llegó al país en 1768 y contrajo nupcias con Francisca Luisa de Paz y Figueroa, hija del Teniente Gobernador Juan José de Paz y Figueroa que pertenecía a la clase principal del Virreinato del Río de la Plata.

Tuvo otros hermanos Antonino, Gaspar, Manuel e Isidro (que muere joven).

Pertenece a lo más representativo de la clase dirigente tanto en el orden político, social y económico. Herederos de grandes extensiones de tierra eran verdaderos terratenientes. Sin embargo, tanto Antonino como Gaspar mueren pobres.

Matará, su lugar natal, más bien un pueblo pequeño rodeado de grandes estancias, no es el sitio donde residen habitualmente. Allí tienen centradas las actividades ganaderas a las que se dedican.

Este paisaje de inmensas llanuras e impenetrables selvas, el clima y la vida ruda tienen una enorme influencia en la formación de su carácter.

Allí en aquel ámbito de libertad aprende a ser jinete, a disfrutar de lo lúdico, a superar adversidades, así como a madurar un sentido de prudencia ya que el escenario de su infancia está lleno de magia, de interrogantes, rodeado por las fuerzas invencibles de la naturaleza.

En el campo desarrolla su personalidad, la destreza en el caballo y en el manejo de las armas, ambas vitales condiciones de la época. Sus hermanos Manuel y Antonino, cuatro y siete años mayor que él respectivamente, habrían de ser sus compañeros en muchas jornadas inolvidables.

En la década de 1830 Antonino y Manuel parten a Buenos Aires, donde tienen activa militancia política y recién en 1840 regresan a Matará su pueblo natal para hacerse cargo de las actividades ganaderas, sobre todo Antonino, quien tenía sus establecimientos en el Chaco.

ENFERMEDAD

Aproximadamente a la edad de 11 años, en la plenitud del goce físico y espiritual de su vida, una enfermedad le paraliza una de sus piernas en un grado que no sabríamos precisar.

Relata Pablo Lascano, nuestro primer escritor santiagueño que “cruzaba las distancias a saltos” y a veces se sujetaba el brazo derecho con el izquierdo para controlar el movimiento.

Es muy probable que sus hermanos y tíos que viajaban regularmente y algunos sacerdotes instruidos cercanos a él, hayan contribuido a su formación plástica con revistas, periódicos, libros y, de esta manera, se haya ido poblando de imágenes su universo personal. Es el período más duro de su vida, en que se alimenta tanto de vivencias externas, muy intensas, como de mucha introspección y vida interior.

Pasada su pubertad y poseedor ya de inquietudes artísticas comienza en su adolescencia a desarrollar esta fuerza interior que le ayudó a vivir. Le ayudó el Arte.

Es dable observar que cada tanto surgen en el mundo criaturas asombrosas y elocuentes que se elevan desde el sufrimiento para convertirse en personajes ejemplares. Ellas dan cuenta de la capacidad del espíritu humano para emerger de sentimientos lacerantes y sublimarlos trasladando estas incapacidades en algo vital y sorprendente. Éste es el caso de Felipe.

 SU CONTEXTO Y ENTORNO.

Santiago del Estero fue históricamente lugar de paso de comercio hacia el Alto Perú y al puerto de Buenos Aires. Su territorio era transitado frecuentemente por carretas o tropas por lo que se llamó Camino Real a esta ruta.

Durante el siglo XIX el comercio principal era de mulas, cueros y caballadas, hasta que la presencia del ferrocarril –entre otras causas- cambió las necesidades de aquel momento.

En 1810 se produce la Revolución de Mayo y Santiago es la primera en adherirse, dando muestras de la idiosincrasia que ya comenzaba a manifestar.

En 1820 el territorio santiagueño se declara autónomo y queda constituido como provincia en abril de ese año. Al decir de Andrés Figueroa es una época embrionaria.

Juan Felipe Ibarra asume el gobierno de la provincia y constituye una figura importante por su peso político para el gobierno nacional. “…Defendió una férrea preservación territorial y una concepción soberana de lo nacional. Con Ibarra la provincia tuvo una activa presencia en la vida política de la Confederación Argentina…”

En 1821 nace su sobrino Felipe Taboada Ibarra, en una época de gran efervescencia política. Felipe  durante su infancia, escucharía seguramente apasionadas e interesantes conversaciones de familiares y personajes de la política así como de extranjeros e investigadores que visitaban el país documentando lo que ocurría en este territorio nuevo que despertaba la curiosidad de los europeos a los que les llegaba noticias de América.

A Felipe, por su situación, se le facilitaría bibliografía sobre arte. Incluso su tía Ana María, fundadora de la casa de Belén (1821) donde se enseñaba pintura y escultura, habría contribuido a ello.

No existe documentación sobre su formación plástica, indudablemente tuvo oportunidad de viajar al Alto Perú o Buenos Aires en las carretas que regularmente cruzaban nuestros campos.

De todas maneras, aunque hubiera accedido a estudios, el artista nace en la labor diaria, en la disciplina del taller y en la exigencia personal por la buena obra.

Como expuso el filósofo francés Alain Badiou, “Las verdades surgen a partir de cuatro procedimientos: el amor, la ciencia, el arte y la política”.

Es así como este joven adolescente se aferra a su ya marcada inclinación artística y, al comprobar las posibilidades de su talento, se deja atrapar por el arte como profesión.

Ya nunca estuvo solo, aislado en el apagado ámbito de un pueblo sin sobresaltos. Su contexto era ágil o expectante, nunca de quietud somnolienta. Tampoco tomó distancia de los acontecimientos políticos y, como buen santiagueño, participó en la medida de sus posibilidades.

 SU OBRA

IMAGINERÍA

Realiza imágenes y tallas de santos, de los cuales se conserva una en la Iglesia La Merced.

También realiza numerosas obras en Santo Domingo, San Francisco y otros templos.

 PINTURA DE CABALLETE

En el desarrollo de su labor plástica tuvo predisposición por el Retrato, que por ese entonces tenía un nivel artístico superlativo, además de la importancia que revestía como documentación histórica. Pintó a los Presbíteros Tomás Taboada y Sebastián del Jesús Gorostiaga, también a Fray Cernada. En el Colegio de Belén se conserva el retrato al óleo, tamaño natural, de María Antonia de la Paz y Figueroa. En el Museo Histórico Orestes Di Lullo, se encuentra su autorretrato al óleo.

La inmigración al país en ese entonces era escasa. Las pocas embarcaciones que llegaban al puerto de Buenos Aires traían consigo riquezas, documentos y  testimonios.

Llegarían seguramente a sus manos revistas, periódicos y libros con imágenes y comentarios de las artes plásticas de otros países.

Su naturaleza libre lo llevaba a retratar personajes e imágenes conocidas que lo gratificaban en lo afectivo o en lo espiritual. Pintó a sus hermanos: Manuel, Antonino y Gaspar. También a la Beata, su tía, María Antonia de La Paz y Figueroa.

Analicemos: No conoció personalmente a su tía ¿Por qué la pinta? Imposible que sea un encargo, fue su selección que delata sus predilecciones. En este caso por la admiración de lo que ella encarnaba: era el ejemplo de la convicción y de una fortaleza fuera de lo común.

La “Mama Antula”, de sólida formación jesuita  fundó, entre otras casas, la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en la Capital Federal. La Casa, construida con quebrachos santiagueños y que se conserva actualmente, posee varias capillas. Su valioso patrimonio artístico contenía imágenes de bulto de riquísima factura, algunas de origen peruano y, otras, español y portugués. ¿Habrá gozado de esas maravillas Felipe? Si no fue así, con toda seguridad las historias tan cercanas a la Beata deben haberlo conmovido dando rienda suelta a su fantasía e imaginación.

Así fue construyendo su mundo en imágenes, en valores, en proyectos. Se encuentra en su juventud poseedor al mismo tiempo de una belleza física y de una incapacidad que lo hace sentir “diferente”. Efectivamente, sí era diferente, su lucha estaba clara y su rumbo también.

No optó por ser un pintor testimonial. Lo cotidiano, el contexto externo en su vida, la relación entre los personajes y su entorno real son ámbitos que se entrelazan incesantemente en su vida diaria.

Esa frontera entre el quehacer cotidiano y la realidad del mundo en él se difuman. Él vive los escenarios naturales de las historias desde adentro.

Necesita del arte y se aferra a temas mayores, entrañables, que no puede evitar. Acude a su fantasía, por eso “vive y trabaja”. En su quehacer diario sabe de luchas y esfuerzos, de superación de flaquezas y disciplinas y también del goce de la buena obra. De la obra concluida.

Lo entusiasma el trabajo, es conciente del privilegio de haber encontrado su sentido. Si hay un Dios, está cerca, lo mira. En su gabinete con el olor de los óleos y aceites rodeado de sus telas, tablas, pinceles,  el silencio es presencia. No hay un piano que lo acompañe, ni mujer que admire su hermosura. Pero Felipe no está solo, tiene una fuerza interior que lo empuja, ¿hacia dónde? …

Cada noche sueña. Sueña con el alba para concretar más y más obras. Ya probó su talento y disciplina. Ahora puede soñar. Sólo es necesario tiempo, que su mal no avance, lo demás … es lo demás. Él puede ya con su destino.

Lo que Dios le quitó con una mano se la dio con la otra. El puede …

 VITRAUX

Realiza con las técnicas de ese momento esa labor tan artesanalmente delicada para las puertas principales del templo de La Merced, que perduran hasta nuestros días.

Las imágenes de Vírgenes, de escudos mercedarios, símbolos religiosos, los clavos de la pasión que hacen a la historia de la iglesia quedaron plasmadas allí.

 EN LA IGLESIA LA  MERCED

Su obra en este templo es particularmente relevante ya que su tío, Juan Felipe Ibarra, le encarga la decoración completa del templo. Felipe Taboada acomete tal obra durante ocho años hasta la caída del gobierno de su tío.

 ESCULTURA

Realiza un Cristo crucificado, en madera, hoy emplazado en el muro testero del altar mayor de la Iglesia de la Merced.  Al decir de Di Lullo “era un Cristo sumamente expresivo”. Contaba con dos ayudantes santeros santiagueños, Guzmán y Ábalos.

También se destaca la talla del Señor de la Misericordia, encargo de su tía Ana María Taboada, fundadora de la Casa de Belén, para la capilla.

 Cristo Crucificado, talla – Capilla de Belén

MURALISMO

Ibarra le encarga la pintura mural del templo La Merced, propuesta artística importante dada las dimensiones de los muros y la importancia del templo.

¿Puede alguien hacer caridad con la obra que más valora y que atesora entre sus paredes la Virgen a la cual nombró patrona de la ciudad?

¿Podría pensar el General en arriesgar la calidad de las imágenes, pinturas y decorados sólo para beneficiar a su sobrino?

¿Sabía Ibarra de muralismo o es su sobrino quien propone realizarlo en las técnicas del fresco? Fue Felipe quien, conocedor de estas técnicas, propone, decide y arriesga en la institución más cara en ese momento para el discutido y temido personaje gobernante y de la feligresía santiagueña. ¿Tan seguros estaban ambos que estaría a la altura de las expectativas? Seguramente, sí.

Para Felipe sería “La Obra”. Había leído de las pinturas al fresco en las iglesias de Europa, como también gozado de las hermosas tallas cuzqueñas tan cercanas en el tiempo y existentes algunas en Santiago.

¿Cómo concibió los murales? Debió planificar qué imágenes tendrían estar presentes y la naturaleza y el carácter de las mismas.

El propósito sería transformar lo irreal, lo divino, lo religioso en una realidad creíble para los espectadores. Provocar el sentimiento de presencia, de protección de esas vírgenes y de esos ángeles como si fueran conocidos y cercanos. Debía contar una historia verosímil y, si lograba conmover, su objetivo estaría cumplido. Este sería su aporte desde la plástica.

Acometió la obra con fervorosa dedicación y cubrió  aquellos muros de imágenes de vírgenes, cielos y ángeles arcabuceros.

 Mientras trabaja él vive un presente fantástico. Es feliz seguramente. Todos los días se siente llamado a ese ámbito donde es el líder en ese pequeño gran refugio. Él es el elegido para demostrar su capacidad ante las discapacidades con que se enfrenta diariamente. Allí, en cambio, sube con sus propias fuerzas a los andamios que le permiten alcanzar la altura necesaria. Es observado y admirado. Responde consultas con solvencia. Hay algo de vanidad en su persona, en su trabajo, pero ella en su caso, también le es necesaria.

Se disfrutó largamente de la suntuosidad de las obras artísticas a lo que debemos agregar el lujo del Altar Mayor y del Púlpito, de las tallas de los confesionarios. Lamentablemente con el terremoto de 1861 caen los murales y, con ellos, la obra de Felipe Taboada.

Todo le fue difícil a este artista precursor, así como lo fue reconstruir su historia, pero como la escritura es un arte y hacer de la vida un arte un propósito, también la imaginación, que es la llama de la inteligencia, es la que insuflará siempre a quien quiera rescatar del olvido a personajes ejemplares que forman nuestra fibra más digna.

Si tenemos en cuenta que en las artes plásticas “de la carencia nace el estilo”, en el caso de Felipe, su discapacidad física le permitió desarrollar su fuerza moral o espiritual y vivir para el arte. Ése fue su estilo.

 MUERTE

“A raíz de la caída de Rosas, invadió la provincia de Santiago del Estero, el General Celedonio Gutiérrez, gobernador de Tucumán. El pintor Taboada a pedido de su hermano Antonino, monta a caballo como muchos otros para correr a la defensa del terruño. Peleó bravamente y murió en la refriega en plena juventud” en 1853.

Esto ocurrió en un momento de su vida en que no conocía el decaimiento, que sólo sabía de superación personal, de sublimación de carencias. No pudo continuar su obra primigenia.

Si hubiese vivido años más, seguramente hubiera formado seguidores y, a no dudar, hubiera pintado nuevamente los murales de la Merced, derrumbados con el terremoto de 1861.

Respecto de su muerte es interesante rescatar la carta que dirige a la Honorable Sala de Representantes en 1852: “… ejercí desde el año 44 el oficio de arquitecto, escultor y pintor en los trabajos que se emprendieron en el gobierno del Gral. Ibarra … que aunque humildes, atestiguan mi piedad sin salario…”

También es de destacar la carta que escribe a su amigo, el Capitán don Gaspar Sequeira, desde Cruz Grande: “… esta noche espero el desenlace de todo el movimiento del norte, o que se rindan o que me maten…”

Su muerte cobra una significación vital, es un profundo impulso para los protagonistas de hoy y del futuro. Muere luchando por una causa valiosa.

Murió como vivió, con el espíritu de lucha que caracterizó su vida.

 EPILOGO

 Por qué pensar la vida de Felipe Taboada?

Para saber que hay otro mundos posibles, comprobar la realidad de los sueños, de la realidad interior, del mundo interior.

Lo intangible, lo que imaginamos ¿es más o menos real que el mundo exterior?

El equilibrio entre estos dos mundos es siempre dinámico. La carencia de uno genera la actividad del otro.

Entonces, como personas, ¿qué nos salva? ejercer, desarrollar los dos mundos, ya que si nos volcáramos al mundo exterior solamente siempre necesitaremos para ello de la fuerza, del impulso, del fuego interior para avanzar.

Es el desarrollo de la riqueza interior lo que permite trascender al artista.

En el caso de Felipe, su incapacidad física, la carencia exterior, es el bastón moral que lo ayuda a elevarse sobre sí mismo y trascender. A trascender a sus fuerzas y a la historia de Santiago del Estero.

 BILIOGRAFIA

 Luis C. Alén Lascano, “Trayectoria histórica de una obra espiritual”, Boletín Oficial de la Provincia, Santiago del Estero, 1961.

Luis C. Alén Lascano, “Estampas históricas navideñas”, Gobierno de la Provincia de Santiago del Estero, 1991.

Luis C. Alén Lascano, “Los orígenes de Santiago del Estero”, Marcos Vizoso Ediciones, Santiago del Estero, 2006.

Alain Badiou “Lógica de los mundos. El ser y los acontecimientos”, Manantial, 2008.

Agustín Chazarreta “Tradiciones Santiagueñas”, Santiago del Estero, 1953.

Orestes Di Lullo, “El General Antonino Taboada”, Santiago del Estero, 1953.

Andrés A. Figueroa, “Los papeles de Ibarra”, Editorial Oficial, 1942.

Marta Flores Taboada, “La plástica en Santiago del Estero”, Editorial El Liberal, 1990.

Alfredo Gargaro, “Los Taboada…”, Santiago del Estero, 1935.

Pablo Lascano, “Mis bosques”, Escuelas Técnicas Municipales Raggio, 1970.

Jorge Newton, “Manuel Taboada”, Editorial Plus Ultra, 1972.

Amalia Gramajo y Hugo Martínez Moreno “Los Templos de Santiago de Estero”,  Editorial V Centenario, 1995.

Felipe Taboada, Cartas - Archivo del Museo Bartolomé Mitre, “Los Taboada”, Capital Federal.

Gaspar Taboada “Los Taboada - Luchas de la organización nacional”, Imprenta López, Buenos Aires, 1929.

ELVIO A. AVILA - SITIAL DE HEBE LUZ ÁVILA

 PROF.  ELVIO AROLDO ÁVILA. SU VIDA Y SU LUCHA

 Por Hebe Luz Ávila

 Biografía

  Elvio Aroldo Ávila nació en la ciudad de La Banda, provincia de Santiago del Estero, el 3 de Octubre de 1923.  Hijo de Nicolás Tolentino Ávila, político, jefe de policía de  La Banda, dueño de tierras en La Isla y El Polear y de un obraje en Chaupi Pozo. Su madre, Petrona Palavecino, rosarina, se casó a los 16 años con Nicolás, viudo, veinte años mayor,  a quien conoció en Chaupi Pozo, donde su tío era Jefe de Estación. De esta unión nacieron 8 hijos: Blanca, Oscar Horacio, María Esther, Lidya,  Dora Amanda, Orlando Nicolás, Mario Alberto y el último Elvio Aroldo, un año antes de que falleciera su padre..La familia vivió inicialmente en Chaupi Pozo y luego en La Banda, en una importante casona de la calle Belgrano, a metros de la Iglesia Santo Cristo.

Allí Petrona, viuda a los 37 años, puso una Academia de Corte y Confección y un taller de costura, con lo que ayudó a solventar la crianza de los hijos. Luego de que los hermanos mayores se recibieron de maestros, todos fueron a vivir en la ciudad capital  donde se afincaron en la calle Caseros, a metros de la acequia de Belgrano.

En 1942, Elvio se recibió de maestro en la Escuela Normal de Profesores “Manuel Belgrano”,

Muy joven se casó con Hebe Luz Regazzoni. Por aquellos años trabajaba de maestro y era periodista en los diarios El Liberal, La Provincia y en la radio LV11.

Pocos años después recibió una oferta para trabajar en el diario La Verdad, en Catamarca, a donde se trasladó la familia, ya con dos hijos pequeños: Hebe Luz y Elvio Aroldo. En Catamarca nacerían Alicia Petrona, Blanca del Valle y, luego de la dolorosa pérdida del hijo varón, llegó Elvio Nicolás.

Cursó el Profesorado de Castellano, Literatura y Latín en el Instituto Nacional del Profesorado Superior de esa provincia, del que egresó con el promedio más alto de su promoción.

 Fue Director de Prensa y Difusión hasta el golpe militar de 1955.  A partir de entonces, militó en el peronismo de lucha, fundando y dirigiendo periódicos combativos, como “El Soberano”, en 1957; “Lealtad”, a comienzos de 1958; y “Voz Peronista”, en 1958 y 1959, todos en Catamarca, en donde Ávila fue jefe de la Resistencia Peronista, que allí se conocía con el nombre de “Los aviones negros”.

A mediados de 1960 regresó a su provincia natal, y en Santiago del Estero participó activamente en la lucha gremial de la docencia. Dirigió al Círculo de Profesores Diplomados y después fundó la Asociación Santiagueña de Profesores, que presidió ininterrumpidamente durante varios períodos, habiendo conducido además, en numerosas oportunidades, la Intersindical Docente.

Ejerció la docencia en establecimientos de enseñanza media  de Santiago del Estero y La Banda, y pronunció numerosas charlas y conferencias ..

Al final de 1963, integró  el Triunvirato Reorganizador del Partido Justicialista provincial, en representación de la rama política y presidió después la Comisión Pro Retorno del general Perón.

A mediados de octubre de 1975, volvió transitoriamente a  Catamarca, para ocupar la Secretaría Política de la Gobernación y cinco meses después, el 24 de marzo de 1976, con el nuevo golpe militar, fue detenido y puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Fue detenido en la cárcel de Catamarca y después en el penal de Sierra Chica  por espacio de dos años, sin que se le hubiera iniciado causa alguna,  víctima de la arbitrariedad del régimen militar que azotó al país hasta fines de 1983.

Ya  en libertad y reintegrado a la cátedra, fue premiado por la Fundación Matera en un concurso nacional de ensayos,realizado con motivo del centenario de la aparición de la segunda parte del “Martín Fierro”, de José Hernández..

El profesor Elvio Ávila había fundado en Santiago, en 1962,  el I.S.I.L., Instituto Santiagueño de Investigaciones Lingüísticas; y a comienzos de 1964, el Consejo de Reafirmación Argentinista de Santiago del Estero, C.R.A.S.E., que cumplió una intensa y fructífera actividad tanto en lo cultural y docente, como en lo social y político.

Entre 1981 y 1985 es vicepresidente a nivel nacional de la Asociación Argentina de Oratoria y participa en numerosos Congresos de la misma.

En noviembre de 1987, Ávila, juntamente con  otros militantes nacionalistas, constituye el Movimiento de Recuperación de la Patria, que es conducido por una Junta de Acción Patriótica, cuya Presidencia ocupó.

Fue Presidente de la Biblioteca “Arsenio Salazar” del barrio Norte, ocasión en la que realizó una amplia y reconocida labor cultural y social.

En septiembre de 1991, la Dirección de Cultura de la Municipalidad de la Ciudad de La Banda otorgó al profesor Ávila el premio “Homero Manzi”, por su producción literaria, plasmada en varios libros.

La familia, la política, la educación y la lingüística son objeto de su apasionado accionar.

El 15 de octubre de 1994 fallece en Santiago del Estero.

Libros publicados por Elvio A. Ávila

Noviembre de 1979: José Hernández y el ser nacional. “Martín Fierro: Cien años de militancia patria, , con el Premio Nacional de la Fundación Matera.

Julio de 1980: Santiago del Estero indo-hispania lingüística.  Cómo habla el santiagueño.

Marzo de 1983: Viaje al país de la revancha,. Los que no desaparecieron”( A. Peña Lillo Editor).

Diciembre de 1985:  Peronismo, “quo vadis”..

Agosto de 1987: Los latidos del recuerdo. Mirando hacia atrás. Con Testimonios: Historia de la Resistencia Peronista en Catamarca y Perspectiva histórica del peronismo santiagueño. Ensayo autobiográfico.

30 de noviembre de 1988 (edición especial) Raíces nacionales: José Hernández y el ser nacional. Martín Fierro: cien años de militancia patria.

Mayo de 1991: Cómo habla el santiagueño... y el argentino. Diccionario  de voces usuales que  el diccionario oficial no registra.Adhesión al 5º Centenario del Descubrimiento de América

Abril de 1993: Suplemento de Cómo habla el santiagueño... y el argentino. Con las voces incorporadas al léxico castellano en la 21º edición del DRAE (1892)

Marzo de 1994: Hablemos bien, defendamos nuestro idioma. Con Nociones elementales de Oratoria, de Hebe Luz Ávila.

 

La tarea lingüística de Elvio Aroldo Ávila

El habla del santiagueño es un tema que siempre ha llamado la atención por sus notorios rasgos particulares – recordemos que Santiago del Estero ha sido considerada “isla lingüística”- y hubo algunos trabajos al respecto. La primera fuente indiscutible la constituye el polifacético pensador Orestes Di Lullo con dos libros específicos: Contribución al estudio de las voces santiagueñas (1946) y Elementos para un estudio del habla popular de Santiago del Estero (1965)Si bien Di Lullo no tenía formación lingüística, .no podemos desconocer su capacidad y, sobre todo, su gran intuición en lo que respecta a sentar las bases de lo que podrían ser futuros estudios de dialectología. Además, se trata de un intelectual con formación universitaria, es decir, con manejo del método científico y nivel académico.

En nuestra provincia no abundaron intelectuales especializados en Lingüística, ni hubo muchos que realizaran un trabajo sistematizado.del habla regional.

Encontramos, sí, estudios de la lengua quechua, como los del sacerdote y filólogo latinista Miguel Ángel Mossi (1819-1895), con su Diccionario de la lengua quechua (1860).

Inmediatamente sobresale la obra del ingeniero ruso Sergio Grigórieff, que estudiara Filología en la Universidad de San Petersburgo y que publicara en 1935 un meduloso Compendio del idioma quichua (Buenos Aires: Editorial Claridad) en cuya portada precisa “con notas detalladas sobre las particularidades del idioma en Santiago del Estero.”

Sin embargo, los que mayor difusión y ponderación han tenido son los estudios de la lengua quechua hablada en la provincia realizadospor Domingo Bravo. La obra de este maestro rural, que llegara a recibir el título de Doctor Honoris Causa, ha cubierto varias décadas de publicaciones y despertado una corriente de aceptación y difusión de esta lengua.

Pero será Elvio Aroldo Ávila  quien realice el estudio sistemático del español con características propias que se habla en esta tradicional provincia.

De formación lingüística, profesor de Castellano, Literatura y Latín, recibido en el ISPN de Catamarca, donde estudió con lingüistas de la talla de Salazar y Federico Pais, Ávila realiza una labor amplia y profunda, sobre todo en lo referente a semántica y vocabulario, así como la recolección y estudio de frases y locuciones popularizadas.

La 1ª edición de Santiago del Estero indo-hispania lingüística.  Cómo habla el santiagueño (1980) fue escrita como una gran propuesta formulada a la Real Academia Española para que  incorporaran los vocablos estudiados al cauce oficial de la lengua. En la presentación del libro participó el entonces académico Bernardo Canal Feijoó, quien felicitó a Ávila por su importante estudio, según él muy necesario para Santiago del Estero.

Entre el 19 de septiembre de 1983  y el 15 de marzo de 1984, Ávila publicó, bajo el título de “En el quehacer lingüístico”, una serie de 33 artículos en El Liberal, donde analiza 82 vocablos más. Estas notas son enviadas a la RAE a través de su Secretario Perpetuo, Alonso Zamora Vicente, por lo que la propuesta original se amplía.

De esta manera, en la vigésima edición del Diccionario de la RAE, aparecido a fines de 1984, se incorporan 114 de las 353 voces propuestas y 6 expresiones popularizadas.

Ávila redobla entonces su accionar, con publicaciones en El Liberal de Santiago del Estero y en Pregón, de Jujuy  y nuevas cartas a la RAE, las últimas dirigidas al nuevo secretario Perpetuo, don Víctor García de la Concha.

En mayo de 1991 publica, con casi 500 páginas, Cómo habla el santiagueño... y el argentino. En su presentación, el Dr. José Andrés Rivas lo compara con “el trabajo de un monje medieval”, debido al ingente y minucioso estudio que el libro contiene.

En 1992, en la 21ª edición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, aparecen incorporados 302 de los nuevos términos propuestos y 23 dichos populares.

La Sociedad Argentina de Escritores, en las personas de su presidente, el Prof. Ricardo Dino Taralli y de su secretario Carlos Manuel Fernández Loza, convoca a principios de 1993  a una conferencia de prensa en la que comunican la incorporación de estas nuevas palabras al léxico oficial del idioma castellano. A raíz de misma, Ávila es llamado EL SEÑOR DEL DICCIONARIO en los medios de prensa.

TESTIMONIO ACERCA DE SU PERSONALIDAD

En la década del 80, Ávila fue Vicepresidente de la Asociación Argentina de Oratoria, cuyo Presidente era el Dr. Carlos Loprete, distinguido santiagueño de renombre nacional e internacional, quien escribe:

Me ha tocado verlo en un congreso de oratoria en la ciudad de Rosario, hará unos quince años. Luchaba para transferir sus pensamientos como un arcángel contra la bestia, con la única lanza disponible del orador, su convicción y honestidad, sin escudarse en conveniencias cautelares ni especulaciones beneficiosas. Sabía que lo último que puede esperarse de un auditorio disidente es el respeto a la integridad moral[1].

Valoración de su obra

                I GRACIELA MATURO, ESCRITORA, ENSAYISTA, CATEDRÁTICA EN LA UBA Y UCA, INVESTIGADORA PRINCIPAL DEL CONICET, DIRECTORA DEL CENTRO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS Y DE LA REVISTA- LIBRO MEGAFÓN, SE REFIERE A SU TAREA LINGÜÍSTICA EN EL PRÓLOGO DEL SUPLEMENTO DE CÓMO HABLA EL SANTIAGUEÑO... Y EL ARGENTINO:

 Corresponsal de hecho de la Real Academia de la Lengua, valorado por distinguidos lingüistas, nuestro colega logró hacerse escuchar con respeto, y sus propuestas fueron en gran medida incorporadas al repertorio del idioma. El esfuerzo de muchos años de “trabajo de campo”, investigación y revalorización cultural dio sus frutos.

(...)Elvio Aroldo Ávila ha honrado a la comunidad iberoamericana al constituirse en defensor de su identidad lingüística que es como decir su ethos histórico-cultural. Ello es coherente con su preocupación por el destino de su patria y su vocación americanista.

                                                            II

En la Presentación de la 1ª edición de Cómo habla el santiagueño, el prof. Orlando Lázaro, Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la U N de Tucumán, describe así la tarea de Ávila[2] :

... leyó y fichó glosarios, enciclopedias, etimologías, vocabularios, gramáticas, libros y ensayos de historia, lingüística, folklore y etnología; comparó y seleccionó ese material, escuchó hablar a sus comprovincianos, tomó notas; confrontó sus opiniones con otros estudiosos interesados en una problemática similar; interpretó, ordenó el material, e ingresó finalmente en la etapa de la exposición

El resultado de esa perseverante labor es su Santiago del Estero indo-hispanía lingüística.  Cómo habla el santiagueño.

 (...) La geografía y la historia están presentes en los estudios sobre la región y sus habitantes; la lingüística, en los enfoques en torno al quechua en el habla regional, en el análisis de los rasgos fonéticos, morfológicos, semánticos y expresiones características del hablar santiagueño; la antropología cultural y la sociología en el interesante tema referente a la idiosincrasia del santiagueño.         

  III

 Enrique Pavón Pereyra, reconocido historiador, que escribiera más de cien libros y fuera  Director de la Biblioteca Nacional, dice en las Palabras Preliminares de José Hernández y el Ser Nacional

 En ningún pasaje de la lectura de éste libro desciende el escoliasta, ni yerran los dardos del intérprete (iba a decir, del agiógrafo): se diría que la interpretación de Ávila es más interior, más profunda, más del “Martín Fierro” que de Hernández, menos de lo formal que de lo esencial, más de lo raigal que del antecedente literario o del precedente bibliográfico.

 Más de treinta años de pasión por el habla de su pueblo

 Como cierre de este trabajo, a la vez  que como justificación de la elección de mi sitial en la Academia  trascribo párrafos de este artículo que escribo en el “dossier”[3] sobre Elvio Aroldo Ávila:

 No voy a referirme al hombre ejemplar, al padre y marido dedicado, amantísimo, al abuelo juguetón, al buen amigo. (…) De su entrega y pasión como político idealista y fervoroso luchador por la argentinidad, sus libros son un buen testimonio. Sé,  por experiencia diaria, que como docente de larga y generosa trayectoria su recuerdo quedó grabado en cientos de ex alumnos que, cuando se enteran de quién es mi padre, no pueden ocultar su cariño, su reconocimiento, su admiración.

Hablaré solo de su labor lingüística, que – como todo lo que hizo en su vida - la encaró con entusiasmo y dedicación, dándose a fondo.

(...) La tarea había comenzado cuando en 1960 regresa a Santiago del Estero luego de más de doce años de ausencia en Catamarca (...) El volver a estar en contacto con el habla local (“las voces del alma” decía él) resaltó las particularidades y diferencias que ya había notado en su ausencia. Comenzó a prestar atención a determinados vocablos que escuchaba o leía, los buscaba en el Diccionario de RAE, y al confirmar que no eran registrados, los estudiaba en su etimología y documentaba usos frecuentes.

(...) Talvez porque era la hija mayor, siempre fui su “ladera”.

(…) Hasta la adolescencia leí todo lo que él leía y más adelante él leyó los libros que yo consultaba en mi licenciatura. Tanto es así que muchas obras que compartí con él - de Octavio Paz, Vargas Llosa, Alejo Carpentier, Macedonio Fernández, Rulfo - aparecen en “Los escritores y el enriquecimiento del idioma”, de Cómo habla el santiagueño ... y el argentino. Sus lecturas habían sido más clásicas, así que me enorgulleció que compartiera con tanto entusiasmo todo lo nuevo que le llegaba de mi mano, sobre todo cuando me “enamoré” de la Pragmalingüística,  que él apenas alcanzó a avizorar en sus orígenes. De todas formas, su juicio sabio fue siempre mi rector.

(...) En julio de 1980 se presentó Santiago del Estero: Indo-Hispania Lingüística como una gran propuesta a la RAE y afortunadamente los académicos lo tomaron muy en serio, pues de las 353 voces minuciosamente estudiadas se oficializaron 114 en la edición de 1984 del DRAE.

Un interesante intercambio epistolar se dio por aquellos años con don Alonso Zamora Vicente, Secretario Perpetuo de la RAE, que lo alentó a continuar con el trabajo y sus envíos. Es más, cuando el académico, de avanzada edad, renunció al cargo, lo puso en contacto con don Víctor García de la Concha. 

      Sintiéndose respaldado por la Academia de la Lengua, incrementó el ritmo y trabajó fervorosamente (...) Lo acuciaba el tiempo, pues sentía que se acercaba el V Centenario del Descubrimiento y que – en su decir - “América iba a ser la vedette”. Nuevos artículos en “El Liberal”, con sus consecuentes envíos a España, más de 2.500 voces propuestas (…) y la publicación del segundo libro de Lingüística: Cómo habla el santiagueño... y el argentino. Aquí ya incorpora dos ensayos de mi autoría, y luego, en Hablemos bien, defendamos el idioma (1994, unos meses antes de su muerte), mi curso de Oratoria.

Lo invitaron y estaba en sus planes viajar a España para los 500 años. (…) pero le descubrieron una seria dolencia cardiaca.

Sin embargo, cuando salió la 21ª edición del DRAE, con 12.000 voces nuevas -la mayoría hispanoamericanas -, la tarea se transformó en febril. Horas de búsqueda y festejado encuentro: primero las palabras propuestas y cuando había registrado una gran cantidad de ellas, el revisar si por lo menos aparecían como segundas o terceras acepciones. Lo importante era que no solo figuraban en el nuevo DRAE, sino que muchas veces coincidían hasta los ejemplos de uso que él había propuesto. Encontramos 302 vocablos (constituían “sus” palabras, aunque era de suponer que a todas no solo él las habría propuesto) y 23 dichos populares, que ahora se sumaban a los 6 oficializados en 1984.

Un total de 416 voces y 29 expresiones. .. y nuevas propuestas en nuevas cartas; más reflexiones, hechos curiosos y contradicciones que su aguda percepción y horas de estudio descubría en el DRAE.

El decía: “si esas voces que usamos a diario los argentinos no pertenecen  al idioma oficial – si son “mostrencas”- ¿cómo vamos a entendernos en la Gran Hispania?”.

(…) Mi tesis de doctorado que mereciera un summa cum laude fue publicada como el libro Santiago del Estero: Identidad y habla (2004)  por la UNT y tiene como dedicatoria: “A la memoria de mi padre, Elvio Aroldo Ávila, con el anhelo de que ésta sea digna continuación de su obra”.

 [1] Elvio Aroldo Ávila. La revalidación de la identidad idiomática(2007, 13 de mayo). El Liberal, 13 de mayo de 2007, . 19.

[2]  Aspira a ser una contribución para lograr un conocimiento adecuado del habla de la región (1981, 6 de septiembre).El Liberal, 6 de septiembre de 1981.

 [3] . Idem 1, 18

BERNARDO CANAL FEIJÓO - SITIAL DE JULIO CESAR CASTIGLIONE

Bernardo Canal Feijóo,

 “El rebelde de la lírica”

  A fines del siglo XIX y principios del XX la Argentina pasaba por el mejor momento de su historia socioeconómica. La impresionante ola inmigratoria, sólo comparable con la norteamericana y el fuerte progreso experimentado por el desarrollo de la agricultura y la ganadería y en menor medida por la industria, habían convertido al país  en uno de los naciones más importantes del orbe. En 1928 ocupaba el 12º lugar del mundo en cuanto a su producto anual per capita[1].

           La Argentina se había constituido en el granero del mundo y la Pampa húmeda era comparada con la llanura ucraniana y la mesopotamia norteamericana del Missisipi y el Missouri como las más fértiles del mundo.

Una onda de optimismo se extendía sobre todas las  capas sociales. La elevada ola inmigratoria atraída por las condiciones económicas, sociales y culturales del país, hizo que en Buenos Aires a principios del siglo XX el número de varones extranjeros mayores de edad, fuera superior a los nacionales.

El conocido historiador Juan José Cresto afirma que con las medidas de la Generación del Ochenta que lideró Roca: “… los índices de crecimiento eran notables, los inmigrantes llegaban porque había trabajo. No había viviendas para tanta gente recién llegada y muchos tuvieron en una larga década estrecheces habitacionales, pero el enorme desarrollo del sistema creado permitió un crecimiento sostenido”.

Agrega luego: “Entre 1880 y 1920 la Argentina creció 42 veces. Me pregunto ¿porqué no hemos hecho otro tanto entre 1968 y nuestros días, es decir, en igual período? ¡Qué diferente sería la vida del ciudadano medio argentino si tuviéramos veinticinco mil dólares de producto bruto per cápita! Seríamos los mayores exportadores de América latina, tendríamos una industria integrada y los ciudadanos pobres serían más pudientes que muchos ciudadanos considerados pudientes en la Argentina actual, porque, finalmente, la riqueza se derrama en búsqueda de nuevos consumidores…”

Añade: “…la Argentina exitosa del Centenario, la que tuvo un nombre en el mundo, transformó un desierto en una nación civilizada, albergó 5,5 millones de inmigrantes y fue la primera potencia económica de América latina: el producto bruto argentino era en 1928 equivalente a todo el de América del Sur reunida”[2]

Creo que es imposible explicar con mayor elocuencia la situación económica social de nuestro país en ese momento histórico.

Santiago pese a tener un atractivo menor, recibía también inmigrantes, principalmente de españoles e italianos. Según el segundo Censo de Población,  era la séptima provincia por el número de habitantes: 161.502[3]. En 1903 contaba con 185.006 pobladores[4].

Durante la primera mitad del siglo pasado por el volumen de la población la provincia era la tercera del país, luego de Buenos Aires y Córdoba[5]. En 1869 la cuarta, y en 1895 la séptima[6].

La ciudad capital no es bella, no tiene los atractivos de Salta ni el tamaño y porte de Tucumán, ni sus lugares históricos, pero tiene otros encantos no menos seductores: se hace amar, es querible. De ahí el dicho popular que sus pobladores recuerdan con orgullo: “Santiago no tiene riendas pero sujeta”. Cuesta abandonarla, nunca se la deja del todo, se la recuerda siempre.

 El saneamiento de los esteros del Dulce efectuado por el gobernador Barraza, ha mejorado considerablemente su situación. Aparece también en las últimas décadas del siglo XIX, la agricultura bajo riego, que produjo un importante crecimiento económico. La situación fue propicia para que a principios del siglo XIX se haya instalado un ingenio azucarero al sur de la ciudad[7].

En 1909 la superficie regada alcanzaba las 26.000 has.[8]. En el país nace una mentalidad “progresista, racionalista y cientificista” según Alén Lascano, que se enmarca en la ideología dominante, y en el esfuerzo por la modernización de la provincia emprendido por el gobernador Absalón Rojas[9]. También comenzaron a explotarse sus extensos bosques cuyas especies cubrían aproximadamente el 70% de la superficie territorial, que significaba la décima parte de toda la superficie forestal argentina[10].

En 1902 se colocaron los postes para alumbrado a kerosén en la avenida Belgrano y en 1904, por ordenanza municipal, se creó el Parque Aguirre en terrenos ganados al río y se instaló el sistema de agua corriente en la capital[11].

La ciudad es la más antigua del país (excluida la primera fundación de Buenos Aires), fundada en 1553, aunque no queda nada de su viejo origen, pero su rica y heroica historia demadre de ciudades y su título de “noble y leal” es recordada por su gente que siente el deber de ser fiel a ese origen. Como sostiene Alén Lascano, “… ninguna otra ciudad fundada en la primera hora puede ofrecer hoy a la gratitud argentina una probanza de méritos y servicios superior a la de esta heroica Santiago”[12].  

El viajero que pasea por sus calles se sorprende de no encontrar edificios antiguos y manifestaciones de su añejo origen. Y seguramente se plantea ¿Serán los santiagueños tan tardos, que en aras de lo moderno han destruido lo viejo? Lo que pasa, lamentablemente, es que la ciudad fue destruida varias veces por inundaciones –el Dulce es un río muy bravío- y hasta, ¡quien lo diría! por terremotos. Pero la simpatía y la generosidad del santiagueño y la belleza y cultura de sus mujeres lo conquista invariablemente. Como dice la famosa zamba “Nostalgias santiagueñas”:

“forastero que va,

siempre quiere quedarse.

Y del suelo querido

suele prendarse. Ay, Ay, Ay, si, si”

Canal Feijóo habrá de nacer en ese ambiente familiar, amistoso, cordial y no perdió nunca esa bonhomía. Recuerdo que teniendo unos 15 años viajé con él en un auto manejado por mi padre, Canal y yo íbamos atrás. Conversamos casi de igual a igual, me trató como un viejo amigo de su edad y categoría social. Ahí pude advertir después, que el éxito no le había robado la humildad. Era inteligente, alegre, original y buen amigo.

En ese ambiente optimista para el país, no tanto para la provincia, Canal Feijóo comienza su educación. La situación socioeconómica era precaria, presentaba aspectos frágiles aunque se había elevado el nivel de vida y la cultura de la población en forma significativa. Hay muchos arrabales urbanos miserables y en la zona rural sin riego   donde en épocas de sequía se vende el agua, que debe ser llevada frecuentemente por el ferrocarril, la pobreza suele abrumar. Esta indigencia habrá de impactar su espíritu y lo moverá a estudiar sus causas y buscar remedios.

Su capacidad es tan destacada que según el historiador Alén Lascano[13], después de Ricardo Rojas, constituye la figura culminante de la cultura santiagueña.

Nació en 1897 y murió en Buenos Aires el 10 de octubre de 1982 a los 85 años.

Terminados sus estudios primarios y secundarios en nuestra ciudad  los continuó en la universidad de Buenos Aires, recibiéndose de abogado en 1922 a los 25 años. Volvió a nuestra ciudad donde se estableció y ejerció su profesión jurídica, comenzando al mismo tiempo su actividad de pensador original. Más tarde en 1947, contando 50 años, se trasladó a Buenos Aires, ciudad que le ofrecía amplias perspectivas para su labor intelectual.

Fue miembro destacado de la Academia Argentina de Letras, en la que ingresó en 1975 a la edad de 53 años y mereció, ser nombrado presidente de ella, ejerciendo el cargo hasta su fallecimiento. Como homenaje se resolvió nominar esa fecha como el día de la Cultura Provincial[14].

Ha sido uno de los eruditos más distinguido de Santiago del Estero y también de la República Argentina. Fue un intelectual prolífico y polifacético: abogado, historiador, ensayista, escritor, sociólogo, dramaturgo, poeta y psicólogo.

Trabajador incansable se preocupó permanentemente por la búsqueda de la verdad, del progreso del país y de su provincia. Esta inquietud se patentiza y se expresa en sus variados análisis filosóficos y sociológicos.

Su singular capacidad se evidencia de un modo patente en los diversos premios que recibió a lo largo de su vida, seis de ellos otorgados por la  Nación o por instituciones nacionales. Recibió los siguientes:

  1.  Premio Legión de Honor otorgada por Francia en 1934, por la colaboración prestada a los hermanos Wagner  y por la traducción al castellano de los libros de estos distinguidos sabios escritos en francés, en particular su monumental obra “Civilización Chaco- Santiagueña”.
  2. Primer Premio de la Comisión Nacional de Cultura en 1937, con motivo de la obra “Ensayos sobre la expresión popular –artística en Santiago del Estero”.
  3. Primer Premio Municipal de Buenos Aires por su libro “Pasión y muerte de Silverio Leguizamón” en 1938.
  4. Primer Premio Nacional en 1955, por su obra “Alberdi: Constitución y revolución”.
  5. Premio Losada en 1961, por su obra “Alberdi y la proyección sistemática del espíritu de mayo”.
  6. Gran Premio de Honor de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) en 1961.

Publicó más de 200 artículos y 40 libros, excluyendo otro que permanece todavía inédito.

En Buenos Aires fue Director del Departamento de Relaciones Culturales de la UBA y Decano de la Facultad de Humanidades de la universidad de La Plata.

No obstante haber pasado más de la mitad de su vida en Buenos Aires, nunca se olvidó de su terruño, visitándola asiduamente. Eso explica la razón de los libros y artículos que versan sobre cuestiones de su cuna, encarados en forma histórica y con visión profundamente filosófica y sociológica.

En Santiago del Estero y antes de su traslado a Buenos Aires, fue uno de los fundadores de la famosa sociedad “La Brasa”, formada por escritores, músicos y pensadores de distinta índole, nacida en 1925 y que constituyó uno de los movimientos intelectuales más fecundos en la provincia. Ésta entidad funcionó durante 22 años, hasta que aproximadamente en 1947 lentamente sus miembros dejaron de reunirse. Muchos atribuyen su desaparición al alejamiento de Canal Feijóo al partir a Buenos Aires, dado que fue su principal animador.

En materia exclusivamente jurídica publicó un trabajo sobre “La unidad de procedimientos judiciales en la República Argentina” en 1918, siendo aún estudiante universitario. Y también dos obras, “Teoría de la ciudad Argentina” y “Alberdi, Constitución y revolución”.

No obstante su espíritu científico y su formación jurídica, Canal Feijóo tuvo también vena poética, cosa poco frecuente en estos casos. Se vinculó al grupo Martín Fierro que se ocupaba especialmente de la poesía. Entre sus obras de este tipo se pueden recordar “Penúltimo poema de fútbol” de 1925 y “Dibujos en el suelo” de 1927. Además editó otros trabajos como “Rueda de la siesta” en 1930, “Nivel de Historia” ensayo histórico  y “Sol alto”.  En 1932 vio la luz “Ñam” (revista cultural) siendo uno de sus impulsores, y por último, su obra considerada fundamental, “Ensayo sobre la expresión popular-artística en Santiago del Estero”, publicada en 1937 a la edad de 40 años, una de sus obras más importantes por las ideas expuestas y porque en ella adelantó muchos de los temas que ampliaría en sus futuros trabajos.

Canal Feijóo elaboró “un ideal de santiagüeñidad”, entendido como “la búsqueda del fundamento de la autoctonía provinciana, preocupación que caracteriza el pensar de sus hijos y que motiva su acción en el tiempo y define la razón de su expresión y el sentido de su comprensión”, sostiene Leoni Pinto[15]. Su producción historiográfica, sostiene este autor, “puede ser considerada como lo más importante de toda su producción intelectual”[16]. Tuvo, agrega más adelante, una actitud renovadora con sus planteos teóricos y metodológicos, “frente al positivismo causalista aceptó a la intuición como parte del proceso cognitivo; la estimó un factor necesario en la creación del conocimiento histórico y confió al historiador la misión de organizar un sistema interpretativo...”[17].

Se ocupó también de los problemas sociales de la nación. Eso explica su interés por la Planificación que estaba de moda en esa época. Un año antes de irse a vivir a Buenos Aires, sus inquietudes intelectuales y su amor a su suelo lo movieron a participar del Primer Congreso de Planificación Integral del Noroeste Argentino (conocido por las siglas de PINOA) que se realizó en nuestra ciudad en 1946, y que mucho le debe a su apoyo e inspiración.

Se interesó, además, por el aprovechamiento integral de los recursos humanos y naturales del país y de la provincia. Creía en la planificación como un instrumento para la transformación social, económica, geográfica, física y cultural de la sociedad sin que esto significara necesariamente una reducción o limitación de la libertad individual.

Según el Licenciado Gustavo Carreras[18], Canal Feijóo no es propiamente un filósofo sino un pensador profundo, que siguiendo el conocido aforismo nietzscheano, “cava profundamente allí donde está parado, convencido que a sus pies está la fuente que encierra lo que busca”. Su inquietud fundamental fue conocer lo argentino y lo santiagueño, para contribuir y colaborar con su mejoramiento y progreso.

            Fue un estudioso profundo del folclore santiagueño, uno de los más ricos y variados del país, penetrado durante la colonización española, por la oposición surgida entre indígenas y conquistadores, cosa que lo preocupó profundamente, esforzándose por encontrarle una explicación y una solución.

            Según Octavio Corvalán[19],  en sus trabajos eligió “el camino más arduo si bien más gratificante: el de estudiar nuestra historia para encontrar sus claves reales...”[20]. Considera además, que halló “... los rasgos definitorios de “nuestro ser nacional” dramático, apresado en una dialéctica férrea de universalismo y telurismo, de vuelo y fracaso, de intuiciones luminosas y de errores incomprensibles”[21].

También le interesó hondamente, la explotación del bosque santiagueño realizada por los obrajes, considerándola un síntoma de la fragilidad institucional que afectaba a la provincia. Estimó que ella la dañó gravemente, tanto en su riqueza física como en su aspecto social, y devastó una de sus mayores riquezas. Leoni Pinto sostiene que Canal Feijóo analizando “la destrucción del paisaje causado por la industria forestal, guiada por un capitalismo salvaje y hombres inescrupulosos, sin respeto a la naturaleza, dio su explicación de esta explotación con una tesis que nos permite comprender la historia socio-económica de medio siglo provinciano”[22]. Por eso, añade un poco más adelante, “que hubiera sido distinto si lo ético y no la máxima ganancia en el mismo tiempo, hubiera guiado la acción de los hombres y la elección de los historiadores para elegir los testimonios con los que comprendieron la historia santiagueña”. Comenta enseguida: “Se trata, es justo clasificarla con precisión, de una interpretación ecológica (*) de la historia local y un proyecto para comprender su cultura, cuyo sentido lo concebía enraizado y mantenido por y en ese paisaje natural”[23].

 (*) La bastardilla es del autor.

Por ello criticó “la interpretación de la historiografía convencional, fundado en documentos administrativos y en los datos conservados por la naturaleza”[24]. Y agrega inmediatamente: “Más que exponer una cronografía de hechos, quiso encontrar  el sentido de su expresión”[25].

Por otra parte, se convirtió en un estudioso casi obsesivo del gran tucumano que fue Alberdi, a quien tuvo como punto de referencia, quizá por sus similitudes dado, que como él, fue abogado, escritor, pensador social y tuvo también una profunda preocupación por lo nacional.

Reconoce en toda sociedad la existencia de una élite cuya función pensante es la de vigilia, es decir advertir y denunciar los problemas que afectan a la comunidad. Considera que el pueblo es el depositario de la tradición, que habla y vive el pasado; de ahí su importancia y la necesidad de que sus conductores lo tengan en cuenta.

Se preocupa especialmente por las cuestiones sociales. Advierte algunas situaciones de opresión que se dan en el país, a las cuales investiga y sugiere formas de superación.

Su análisis es fundamentalmente de carácter “histórico- político”, con la idea de promover  la consumación un proceso felizmente ya iniciado, pero inacabado. Carreras sugiere que las ideas de Canal Feijóo formuladas en su obra “De la estructura mediterránea argentina”, se emparentarían con las sostenidas en la década del 60, por los autores de la conocida “Teoría de la dependencia”. En ese trabajo, Canal Feijóo analiza la destrucción del interior argentino a través de una pedagogía de dominación. Esta tesis sugerente y digna de ser tenida en cuenta por quienes se preocupan por la mejora provincial, merece que sea profundizada.

Se interesó, como era de prever, por el hombre santiagueño. Algunos metropolitanos buscan  divertirse  a costa de los provincianos. De ahí sus bromas tratándolos con cierta superioridad de “cabecitas negras”. Es conocido que en algunos segmentos de las clases altas y medias porteñas, se ha descalificado  al poblador del interior, considerándolo como inepto, perezoso e incapaz de progresar y elevarse intelectualmente. Por eso la preocupación de nuestro autor por analizar estas cuestiones, para poner en claro la verdad del hombre del interior y, en particular, del santiagueño.

También defendió con inteligencia otras cuestiones relacionadas con su patria chica. Canal Feijóo nunca se olvidó ni se avergonzó de su santiagüeñidad, no obstante haber llegado a ser presidente de la Academia Argentina de Letras, quizá, por el contrario, se sintió más santiagueño aún.

Leoni Pinto considera que el sistema interpretativo creado por Ricardo Rojas y Canal Feijóo “se fundó en la erudición e intuición, en la idoneidad técnica y en la responsabilidad moral del historiador, ante el documento y la sociedad respectivamente”[26].

Por su parte, Octavio Corvalán sostiene que, “lo esencial en los postulados de Canal Feijóo es que en su caso el observador, el pensador, el indagador de los fenómenos históricos se situó en el centro mismo de la tierra cuyo destino trataba de descubrir. Su actitud “mediterránea” es la que le permite otear el pasado, el presente y hasta el porvenir de todo el país con los ojos más abiertos que los del “puerto” cuya visión ha estado entorpecida por el tradicional espejismo de Europa”[27].

Corvalán concluye afirmando que el método, la filosofía y hasta el estilo de Canal Feijóo fueron recibidos como si provinieran de una voz lejana, quizás por no aceptar los caminos especulativos de sus contemporáneos capitalinos[28]. Y agrega “Su prédica fue siempre la de no perder de vista la tierra, de no elevarse en abstracciones hasta el punto que las ideas ya no coincidan con la realidad”[29].

Añade luego, “La soledad del pensador argentino lo aquejó como a los autores que él mismo estudió y persiste en su discurso que cada vez cala más hondo en nuestra historia, en nuestra sociedad, en nuestra literatura y hasta en nuestros mitos”.

En conclusión, cuando se analiza la vasta obra de este ilustre santiagueño, no puede menos que reconocerse su enorme mérito intelectual, su capacidad de trabajo y su entrega apasionada por su terruño, que lo hace acreedor del reconocimiento de sus coterráneos. El ilustre abogado y escritor Horacio Rava  lo calificó de “el rebelde de la lírica” por su actitud renovadora del verso y la composición. Por mi parte, lo considero el abogado búho que otea permanentemente la realidad para conocerla y juzgarla. Canal Feijóo fue, como se dijo, un hombre múltiple: un literato, un poeta, un filósofo y, sin duda, otras cosas más, pero sobre todo fue a mi criterio un verdadero jusfilósofo, cosa nada extraña en un abogado eximio, puesto que la justicia, esencia del derecho, a la que supo perseguirla con tesón y de diferentes modos y aspectos, no es sino pura filosofía de la mayor calidad.

                                                       Julio César Castiglione

 

ANTENOR ÁLVAREZ - SITIAL DE ANTONIO VIRGILIO CASTIGLIONE

Antenor Álvarez

 Por Antonio Virgilio Castiglione

  Antenor Álvarez nació en Santiago del Estero el 2 de mayo de 1864. Era hijo de Juan Francisco Álvarez y Brígida Santillán Guardo. Fueron sus hermanos Francisco, Mercedes, Manuel y José.

D. Antenor fue nieto, por vía paterna, de Manuel Álvarez, y por vía materna, de Felipe Santillán Gramajo. Su padre era un agricultor con una importante finca en el departamento Silípica, denominada “Santa Rosa”.

Egresado en la primera camada de bachilleres del Colegio Nacional (1883), estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó de médico en 1893.

Contrajo matrimonio el 1 de abril de 1897 con su prima Delia Santillán Palacio [1] y tuvieron seis hijos: Delia Brígida, Antenor (h), Gregorio Santiago, Juan Carlos, María Margarita y Roberto.

            El Dr. Álvarez tuvo una vida intensa hasta su fallecimiento, y posee un impresionante currículum vitae: fue médico de policía (1893), médico forense o de Tribunales (1894), médico de sanidad del Ejército, diputado provincial y presidente de la Cámara de Diputados (1895), presidente del Consejo de Higiene (1895), senador provincial por Silípica (1898), presidente del Senado (1898 y 1903), diputado nacional (1904/1908), senador nacional (1909/10), convencional constituyente provincial (1903 y 1911) y presidente de la Convención (1911), presidente del Consejo de Educación, fundador y presidente del Colegio de Médicos (1922).

Fue profesor de Higiene Profesional en la Escuela de Artes y Oficios, delegado del Departamento Nacional de Higiene para estudiar el paludismo, delegado a la Conferencia Nacional sobre la Lepra.

Fue representante de la Liga Argentina contra la Tuberculosis. Su plan resultó exitoso pues provocó la definitiva desaparición del paludismo en la ciudad. La mortalidad del año 1902 fue de: 126 casos; en el año 1903: 13 casos; en el año 1904: 1 caso; en el año 1905: 2;  en el año 1906: 1; y en los años siguientes: ninguno. Gracias a sus planes, también disminuyeron otras endemias por obras cloacales, irrigación racional, pavimentos, etc.

            Es obra suya, como legislador, la ley que autorizó la construcción del Hospital “Independencia”. También hizo aprobar leyes para construcción de cloacas domiciliarias y filtros de depuración.

Comisionado por el Instituto Geográfico Militar Argentino en 1914, efectuó un estudio completo de la climatología, flora, fauna, salubridad, geografía y aguas minerales de la provincia.

Fundó la Cruz Roja Argentina Santiago del Estero (1920) y fue su presidente. Fundó la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja (1922).

Fundó la Liga contra el Tracoma en el Norte argentino, y fue su presidente; elaboró el plan de defensa contra el tracoma en el Norte argentino y redujo a casi 0 (cero) la morbilidad por tracoma. En algunas localidades había hasta 62% de escolares infectados.

En 1929 la Academia Nacional de Medicina lo incorporó como uno de sus miembros, siendo el primer médico del interior del país en obtener tan alta distinción. 

            El 3/03/1912 fue elegido gobernador de la Provincia, siendo candidato del Unión Nacional, contaba con 48 años de edad, y asumió el día 28/10/1912.

            “Tocóle al Dr. Álvarez reconstruir y abrir derroteros en la administración, ajustando todo con fuertes garfios la desarticulación institucional y administrativa. Recibía una provincia con todos los resortes de la autoridad moral aflojados, no obstante los esfuerzos de los anteriores gobernadores Palacio y Argañarás. Al comienzo su gobierno se desenvolvió en circunstancias tan difíciles, con confabulaciones continuas y tenaces de camarillas. Y mientras en el llano se debatían todas esas pasiones, el gobernante trabajaba en el afán de reconstruir y realizar la obra de verdad y de progreso” [2].

            Entre los actos de su gobierno merecen destacarse los siguientes:

El 12/12/1912, se le otorgó a Añatuya el rango de ciudad, decisión tomada en razón del adelanto comercial, industrial poblacional y edilicio de esa ciudad. En 1913 se reformó la ley de venta de tierras públicas, se creó el taller de imprenta en la cárcel pública, se fundaron centros urbanos, y se pusieron en funcionamiento las obras de cloacas y filtros depuradores. El 26/06/1913 inauguró el Tiro Federal de La Banda.

El 18/07/1913 fundó la Estación Simbolar. El 12/12/1913 fundó Estación Vilmer. En 1914 sancionó la ley de Colonización y fomento de colonias agrícolas. Elevó el proyecto de Código de Procedimientos Civil y Comercial.  

            El 27/08/1914 creó en La Banda la Estación Experimental, para la enseñanza de la agricultura. El 16/09/1914 creó la Comisión Municipal y la biblioteca de Clodomira. El 22/11/1914 la Sociedad de Beneficencia fundó el Asilo Rivadavia, para albergar a mendigos.

El 9/07/1915 fue inaugurado el cuartel del Regimiento 18 de Infantería. También en 1915 inauguró el alumbrado público con lámparas en cada esquina.

El 28/06/1915 creó la Biblioteca “9 de Julio”. El 27/10/1915 creó el escudo de la Provincia. El 5/05/1916 se fundó el Park Lawn Tennis Club.

El 25/05/1916 inauguró la Escuela del Centenario. El 23/07/1916 inauguró el canal a Villa San Martín.

Construyó defensas en el Río Dulce, consistentes en espigones sumergibles de piedra, para proteger al Parque Aguirre y a la ciudad de los avances del río.

Fundó las estaciones de FFCC Ardiles, Palo Negro, Ing. Ezcurra, Árraga y Girardot. Refaccionó el Hospital de Caridad y construyó los mercados de Frías e Icaño.

Durante su mandato como gobernador se fundaron 106 escuelas, se levantaron 24 edificios escolares, se sanearon ciudades y campos y se fomentó la colonización agrícola y ganadera.

Se dictaron leyes sobre colonización agrícola y pastoril.

Creó el Museo de Ciencias Naturales, luego Museo Arqueológico.

            Con la asunción del Dr. Álvarez como gobernador parece evidente el advenimiento de una política de mayor concordia dentro del Estado, decía “El Liberal”, que comentando el mensaje del primer magistrado, expresó: “fue prescindente en la elección de senador, como en las directas que se realizaron más tarde. La neutralidad en política fue su propósito primordial y lo ha cumplido”. “Era evidente” – decía el periódico – “que se estaba en presencia de un hombre, no solamente bien intencionado sino con una gran capacidad de trabajo y una inteligencia superior”.

Esta gestión de gobierno le dio mucha importancia a la agricultura, tanto es así que la superficie total sembrada en la provincia, sea en maíz, trigo, alfalfa, algodón, girasol, caña de azúcar, vid, etc., aumentó de 172.729 hectáreas, en el año 1908, a 236.540 hectáreas, en el año 1914. Destacamos que en el año 1915, en la evolución del PBI, el de la provincia ascendía al 1,50% del de la Nación, siendo entonces el mejor relación de la historia provincial, ya que a partir de 1945 (1,47%) comenzó su inexorable descenso, hasta situarse en el 0,80%, en el año 2006.

            La gobernación del Dr. Álvarez (1912/1916) coincidió con la 1ª Guerra Mundial (1914/1918). Se cerraron los mercados europeos para la exportación de los productos de nuestra provincia, se frenaron las inversiones extranjeras, especialmente las inglesas, en el área de ferrocarriles. Es por ello que, por ejemplo, la producción de durmientes para las redes, sea de trochas ancha o angosta, bajaron de 2.038.935 unidades (en el año 1912), a 1.834.139 (en 1913), a 511.749 (en 1914) y a 352.708 (en 1915).

            El 28 de julio de 1948 el Dr. Álvarez falleció en Santiago del Estero.

El Dr. Antenor Álvarez como Estadista

Al Dr. Álvarez todos lo recuerdan como sanitarista por su acción contra el paludismo y el tracoma. No están equivocados, pues como médico se preocupó por la salud de su pueblo.

Como legislador nacional gestionó ante el gobierno nacional las partidas presupuestarias para construir el Hospital Independencia, que fue el más grande y moderno de su tiempo, equiparado entonces al de San Petersburgo, en Rusia.

            Pero también le preocupaba la educación de su pueblo. Cuando el 3/12/1903 asumió la presidencia del Consejo de Educación dijo: “pondré todas mis energías e indulgencia para mejorar la suerte de cincuenta mil niños que vagan en el dilatado territorio de mi provincia abandonados en la más absoluta ignorancia y barbarie”. Y cuando fue gobernador construyó 130 escuelas en cuatro años.

            En 1915 hizo sancionar la ley que creaba 50 nuevas escuelas, disponiendo se les otorgara los nombres de los congresales de 1816, de los firmantes de la Autonomía en 1820 y de los santiagueños más ilustres de la guerra de la Independencia.

            En 1894, Santiago tenía 93 escuelas, en 1904 tenía 179, y en 1914 tenía 403. En un estudio efectuado del número de escuelas con relación  al número de alumnos, en 1914 nuestra provincia tenía 75 niños por cada escuela. 

            Finalmente, otra faceta de él que no ha sido analizada: la de protector  del medio ambiente. Hoy, en el siglo XXI se habla de la protección del medio ambiente, se dictan leyes protectoras, se recurre al Defensor del Pueblo, etc.

Hace más de 100 años el Dr. Álvarez destacaba la importancia de los árboles y los bosques. En 1903 hizo que 1.000 niños plantaran cada uno un pequeño árbol y que lo cuidara, en lo que sería el futuro Parque Aguirre. De esa manera estaba inculcando a los niños la importancia del árbol, plantarlos y cuidarlos.

Cuando analizaba la defensa de la población en contra del paludismo, destacaba la importancia de los bosques que circundaban las ciudades, pues ellos evitaban que los vientos trajeran los mosquitos a los centros urbanos.

Y cuando estudió la riqueza forestal de la provincia, decía que “es inmensa. Sus bosques seculares cuentan con maderas de construcción, ebanistería, mueblería … Por hoy, la explotación se limita únicamente a durmientes, postes, leña y carbón. La explotación y aprovechamiento racional de la industria maderera está en su comienzo, esbozándose únicamente lo que puede alcanzar su desarrollo en el porvenir, y es acto de previsión administrativa fomentar su desenvolvimiento en beneficio de la economía general del país, por medio de una legislación apropiada, a la vez que garantice la industria forestal, conserve y cuide los bosques, impidiendo la destrucción de los árboles jóvenes, protegiendo su crecimiento y ordenando su explotación en los períodos de su completo desarrollo”.

Hay que destacar que 67 años después la Provincia, y 75 años después la Nación, legislaron lo que el Dr. Álvarez había advertido en 1918. Era, lo que se dice, un visionario.

En la reforma de la Constitución provincial de 1986 se incluyó la norma del art. 62, que estipula que “el bosque será protegido con el fin de asegurar su utilización racional. La provincia promoverá el aprovechamiento integral de los bosques teniendo en cuenta la necesidad de supervivencia, conservación y mejoramiento de las especies, la reposición y la reforestación. 

En la reforma de la Constitución nacional de 1994, se incluyó la norma del art. 41º, que establece el derecho de todos los habitantes a un  ambiente sano; que el daño ambiental generará prioritariamente la obligación de repararlo. Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los recursos naturales y a la preservación del patrimonio natural. 

En diciembre de 2007 se promulgó la ley nacional nº 26.331, conocida como ley de bosques, que contiene los presupuestos mínimos de protección ambiental de los bosques nativos.

Debemos advertir que Santiago del Estero tiene, en el año 2006, el mayor índice del país en relación con la pérdida de bosques nativos: 821.293 hectáreas entre 1998 y 2006.

Su lucha contra el paludismo y el tracoma

Si bien su labor como médico e higienista comienza mucho antes de su labor gubernativa, explicaremos su obra quizás más importante para con la comunidad.

El Dr. Álvarez combatió el paludismo y el tracoma con tanta simplicidad y efectividad, que derrotó ambas enfermedades. No sólo que las erradicó, sino que su enorme tarea fue reconocida mundialmente. En Santiago del Estero mucha gente desconoce esa titánica obra.

            Según el censo de paludismo del año 1902, sobre una población urbana de 11.409 habitantes existían 8.243 enfermos de paludismo (3.562  varones y 4.681 mujeres), dando un porcentaje general de 72,3% de enfermos (31,2% de varones y 41,1% de mujeres), y un promedio de 88,1% de enfermos en la inmediaciones del foco palustre. Y del total de las personas que fallecían, el 55% moría por ese motivo. ¡Él eliminó esa enfermedad!.

Para que tengan una idea de la trascendencia del problema, ¿se imaginan una población de hoy de 300.000 habitantes, y que 216.900 santiagueños padezcan fiebre palúdica? Y pocos saben que una eminencia europea de la época, Giuseppe Sanarelli [3], escribió en octubre de 1924 una carta al Dr. Álvarez manifestando que el plan por él ideado para Santiago del Estero, era el más perfecto jamás diseñado en el mundo para combatir esa enfermedad.

Siguiendo sus recomendaciones, el gobierno de 1903 creó el Parque que luego se denominó “Aguirre”. Era intendente Andrés A. Figueroa. Se convocó a 1.000 niños escolares, y cada uno plantó un eucalipto.

Conmueve pensar que el mayor flagelo sanitario de la historia argentina, la fiebre amarilla que costó la vida de 14.000 porteños durante la presidencia de Domingo F. Sarmiento, podría haberse evitado con el mismo simple y genial plan del Dr. Álvarez. En efecto, la oportuna parquización de La Boca y San Telmo habría acabado con los esteros donde desovaba el mosquito vector de esa enfermedad que sembró tanta muerte y pánico en aquella época.

            En el caso del tracoma, pocos saben también que en Santiago del Estero, un promedio del 17% de la población estaba afectada por esa enfermedad, que a nivel de chicos de edad escolar llegaba al 33% (el informe elevado a la Nación de diciembre de 1935 dice que sobre 3.721 casos examinados, 1.261 padecían de tracoma). Esta enfermedad de los ojos, con granulaciones exuberantes y abundante supuración, traída por los inmigrantes, llevaba inexorablemente a la ceguera.

El Dr. Álvarez elaboró un plan, lo puso en marcha. Consistía en que las propias maestras de las escuelas les colocaran gotas en los ojos a los niños todos los días. Álvarez supervisó personalmente el plan, combatió la enfermedad y la eliminó. En un Congreso de Oftalmología llevado a cabo en El Cairo (Egipto), destacaron ese plan y recomendaron su aplicación en todo el mundo.

Elogios para su gestión

            “Antenor Álvarez realizó una tarea gubernativa digna de su capacidad científica, de sus vinculaciones nacionales y del renombre conquistado en actividades políticas e intelectuales”. “Todas estas realizaciones -se refería a las obras de gobierno- prestigiaron este período gubernativo, impregnado del culto espíritu del Dr. Álvarez” [4]. 

            “Desde 1912 a 1916 ocupó la primera magistratura el Dr. Antenor Álvarez, caracterizándose ese período por el progreso general, sobre todo en lo educacional” [5].

“El Dr. Antenor Álvarez, ya en 1916, señalaba el riesgo del deterioro ecológico que producía la acción de los obrajes forestales, lo que demostraba un pensamiento de avanzada que no estaba generalizado entre quienes lo antecedieron ni quienes lo sucedieron” [6].

“Desde 1918, al concluir el mandato de Antenor Álvarez, se observa una mengua en la capacidad de gestión de los gobernantes, tanto ante los gobiernos nacionales como ante la propia población provincial” [7].

            “El Dr. Antenor Álvarez, hombre honesto a carta cabal, vivió dignamente en su retiro familiar con los suyos, no reclamó posiciones ni formuló reproches. Fue una figura consular” [8].

            Alfredo L. Palacio, cuando le dedicó su libro“El dolor argentino”, escribió: “Para el Dr. Antenor Álvarez, figura consular en la noble Santiago del Estero”.

            “En Santiago del Estero, ha sido un médico, sin carácter oficial, quien ha combatido el tracoma denodadamente: el Dr. Antenor Álvarez, ex gobernador de la Provincia, publicista eminente y miembro de la Academia Nacional de Medicina.

            “Si ese hombre extraordinario que a los setenta años vive consagrado al bien público, con un desinterés admirable, se le hubiera dado los recursos necesarios, habría desaparecido el tracoma en Santiago del Estero.

“En 1927, el ilustre profesor Ernesto Fusch (médico personal de la reina de Inglaterra), visitó Santiago del Estero, comisionado por el Departamento Nacional de Higiene, para estudiar la conjuntivitis granulosa. Se había puesto en duda la existencia del tracoma. Fusch la comprobó en sus formas más graves, en la Escuela del Centenario, la mejor de Santiago del Estero, que se halla en  centro de la ciudad donde apareció un 17% de tracomatosos en los grados superiores quinto y sexto, que da siempre un porcentaje mejor que el de los grados inferiores”.

            “De acuerdo con las observaciones del profesor Fusch, el Dr. Antenor Álvarez organizó la lucha contra el tracoma en las escuelas de Santiago del Estero, con resultados apreciables, dado la exigüidad de recursos con que contó”.

            “El Dr. Álvarez pidió la cooperación de las maestras en la asistencia social de los niños, en presencia de la terrible enfermedad de la conjuntivitis granulosa, que se desarrollaba extraordinariamente”.

            “Si la salud se quebrantaba por la acción de una endemia, dijo el sabio santiagueño, debe haber un pensamiento de solidaridad para combatir el flagelo, máxime cuando es tan terrible como éste que puede llevarnos a la ceguera, con todo el cortejo de sus miserias. Un pueblo de ciegos es un pueblo de mendigos, pobres y miserables” (apreciaciones formuladas por Alfredo Palacio en la pág. 70,acerca de la acción filantrópica y científica en la lucha contra la endemia del tracoma que azota a la provincia de Santiago del Estero).

Carta de Da. Francisca Jacques (Buenos Aires, 2 de diciembre de 1929).

Dr. Antenor Álvarez

Mi eminente amigo: ya se ha realizado la mitad de mi sueño a su respecto: es Vd. miembro de la Academia de Medicina!

Ahora me falta la otra mitad: que sea el primer premio Nobel de nuestra patria. Lo espero, por más que la tendencia de esos jurados es hacia el europeismo. Lo felicito con entusiasmo. Francisca Jacques

Sus gestiones ante el gobierno federal

En julio de 1905, siendo diputado nacional, Álvarez gestionó ente el ministro de Obras Públicas de la Nación, Alfredo Orma un refuerzo presupuestario para la construcción del canal Tuama a Loreto. La Nación accedió y envió $ 45.000.-

En julio de 1905 gestionó exitosamente ante el Dr. Malbrán el envío de sueros para prevenir la peste bubónica.

            Fue el autor de la ley nacional que dispuso de los fondos nacionales para construir del edificio de la Escuela del “Centenario de la Revolución”, y obtuvo los subsidios para concluir la obra de la Biblioteca Sarmiento, el Colegio de Belén y el Asilo de Huérfanos.

Más:

“Desde el Consejo de Educación, el Dr. Antenor Álvarez creó en 1903 la Inspección Médica Escolar, la Plaza de Ejercicios Físicos, el Museo Escolar Central, estaciones meteorológicas y la Escuela de Telegrafía. Además, intensificó el estudio sobre la creación de escuelas rurales, consideradas por él como una necesidad primaria y organizó el archivo del Consejo desde 1868 a 1903. Potro tópico que le preocupó a Antenor Álvarez fue la destrucción del bosque santiagueño: pregonó desde circulares dirigidas a todas las escuelas, la defensa del bosque y la crítica a la explotación forestal que destruía poblaciones y los recursos de la provincia”.

Fuente: “Historia de las revistas culturales”, de Héctor Daniel Guzmán, Ed. Bellas Alas, 2015, pág. 44).

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[1] Su esposaDelia Santillán Palacio nació el 7/02/1875, descendía de distinguidas familias del medio. Era hija de Gregorio Santillán Gondra, que fuera gobernador de la Provincia, y de Delia Palacio Santillán. Por vía de los Santillán, era sobrina de Mariano Santillán Gondra y prima de José Domingo Santillán Palacio, ambos también gobernadores de la Provincia. Y por vía de los Palacio, era nieta de Santiago Palacio, hermano de Agustina Palacio de Libarona, la “heroína del Bracho”. O sea que ella era su sobrina nieta.

[2] Lugones Vieyra, Rainerio: “Un año de Gobierno del Dr. Antenor Álvarez (1912/1913)”, publicado en “La Libertad”, fundado el 07/11/1913.

[3] Giuseppe Sanarelli (1864/1940), médico, bacteriólogo y científico italiano,  catedrático de higiene en las Universidades de Bolonia y Roma, rector de la Universidad de “La Sapienza” (Roma, en 1922), y Senador del reino de Italia. Cabe mencionar que “La Sapienza” es la Universidad más grande de Europa, creada en el año 1303.

[4] Alén Lascano, Luis C.: “Historia de Sgo. del Estero”, 1996, pág. 484 y 488.

[5] Gargaro, Alfredo: “Historia Argentina Contemporánea” (1862-1930), Vol. IVº, Historia de las Provincias, pág. 418, Ateneo.

[6] Tasso, Alberto: “Ferrocarril, quebracho y alfalfa”, Alción, 2007, pág. 195.

[7] Tasso, Alberto: obra citada, pág. 175.

[8] Castiglione, Virgilio J.: “50 años de política, instituciones y gobernantes”, El Liberal, suplemento de 1948, pág. 173.

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