GACETILLA

MAXIMIO S. VICTORIA (M. A.VICTORIA)

POR LOS CAMINOS DE MAXIMIO SABÁ VICTORIA

María Adriana VICTORIA*

No conocí al “tío Maximio”, como solía referirse mi padre (Manuel José Victoria), a quien admiraba. Pero sí sé, de su pensamiento y obra, tanto por él, como por su propio hijo (Marcos) y  otros educadores e historiadores, lo cual me permite, en parte, reconstruir su vida.

Nació en Villa Graneros, provincia de Tucumán, el 2 de diciembre de 1871, en “una aldea colorada” como lo señaló el propio Maximio[1], población cercana a La Cocha, antigua parada de carretas y diligencias que unían Córdoba a Tucumán. El llamado camino real, que conducía hacia Bolivia al norte y hacia Córdoba al sud. Hijo de Marcos y Tadea Correa, tuvo varios hermanos: Marcos, Agustina, Gerónima, Crecencia, Ofelia, Vidal, Rita, Rosa y el inseparable Manuel José (luego Ingeniero Civil, mi abuelo). Maximio  falleció en Buenos Aires, el 24 de junio de 1.938.

Maximio Victoria, que de niño escuchó leer “Recuerdos de Provincia” de Sarmiento, supo leer y escribir antes de iniciar sus estudios primarios en Graneros, lo cual le sirvió para que, al ingresar en la escuela, lo ubicaran en el grado superior y fuera nombrado con el título de “monitor”, por el Maestro  Pedro Etchevehere, nombramiento luego ratificado por el Consejo Provincial, desempeñándose como tal, “en una escuela lancasteriana de tipo criollo y, con un sueldo mensual, de diez pesos fuertes”[2], cuando tenía solo doce años, pero con la gravedad y la madurez de un hombre.

El precoz didacta, que de niño hacía de hermano y maestro, en 1884, cuando se aprobó la ley nacional n° 1420, descubrió su destino; encontró su vocación y, no le asustó, el “ser esclavo de sus propios ideales”. Lector asiduo de argentinos como Estevan Echeverría, José Mármol, Guido Spano, Bartolomé Mitre, Juan María Gutiérrez, Olegario Andrade o españoles como Gustavo Adolfo Bécquer y Ramón de Campoamor.

Ubicado en el pescante de la diligencia, al lado del cochero, partió de su natal Graneros, a la ciudad de Tucumán, en diciembre de 1883. Es que, quería ver con sus  propios ojos, cómo era esa provincia, cuyo mapa había señalado a sus discípulos. Su destino, era la Escuela Normal de Tucumán, fundada por Avellaneda en 1875; escuela que más tarde dirigió Paul Groussac.

Para ingresar a dicha escuela, rindió con los programas redactados por Jorge A. Stearns, su fundador y, en 1884, fue admitido en el último grado de la escuela primaria, destacándose entre sus compañeros. En 1887, recibió el título de “maestro” y, por ser el mejor alumno, lo becaron  para estudiar en la Escuela Normal de Paraná, de la provincia de Entre Ríos, donde obtuvo el título de “profesor”.

Para ello se trasladó en tren, en febrero de 1888, desde Tucumán hasta Rosario y, luego en el  barquito “Aurora”, surcó el Paraná hasta la ciudad del mismo nombre, para así llegar a la Escuela, creada en 1870; escuela queinició “el proceso de institucionalización del normalismo en nuestro país”, ya que “hasta entonces los requisitos para acceder al ejercicio de la práctica eran inexistentes o de escasa capacitación”[3].

Por ese entonces, la Escuela Normal de Paraná[4], estaba bajo la Dirección del joven Alejandro Carbó, adonde rindió un examen oral y escrito de cuatro horas de duración, con un severo tribunal presidido por el propio Carbó, integrado por Leopoldo Herrera, Ernesto Bavio y la Srta. Amy Elizabeth Wales, ilustre pedagoga norteamericana, traída por Sarmiento. Luego, firmó el compromiso de la beca, cuyo estipendio se haría efectivo, después de iniciadas las clases, con el que también ayudó a su familia.

De Carbó, aprendió entre otras cosas, que no se puede enseñar moral, si no se es un ejemplo viviente de conducta moral. Y, con los textos de pedagogía de José MaríaTorres, Victoria aprobó los fundamentos del arte de enseñar.

Atrás dejó la Biblioteca, conferencias y actos públicos de la Sociedad Sarmiento su hogar espiritual, en Tucumán, con la lectura de “La Educación Popular “, “La Cautiva” y con los pasajes de “Facundo”, comprendió que la “tarea del educador se identifica con la entera vida del luchador”. Por ello se decía: “educar es luchar, luchar contra la ignorancia del niño o el analfabeto adulto; contra los prejuicios del populacho, contra la pobreza de los presupuestos, contra la cháchara circunstancial de los demagogos, fueran abogados, médicos o ingenieros cuando se meten  a directores de educación y hablan sobre lo que ignoran……”[5].

Con los “Primeros Elementos de Educación” de Torres, Victoria, junto a otros compañeros (Víctor Mercante, Benicio López, Porfirio Rodríguez, Manuel Astrada, Juan Octavio  Gauna), aprendió el arte de enseñar y que Jean J. Rousseau, Johann Friedrich Herbart, Johann H. Pestalozzi, Friedrich Fröebel y Horacio Mann, le habían facilitado el fundamento de tal doctrina. Las ideas de Torres, fueron decisivas en la formación del bagaje pedagógico del normalista adolescente. Así, la pedagogía de Torres y la “Educación Popular” de Sarmiento, se conjugaron en el alma del aprendiz, para acuñar su vocación”[6], a la par que leyó entre otras obras, las dos historias de Bartolomé Mitre, la de Manuel Belgrano y José de San Martín, “Las Bases” de Juan Bautista Alberdi, “Fuerza y Materia” de Luis Büchner, la obra de José Manuel Estrada.

Y, de la mano de su maestro Pedro Scalabrini, entró en el “positivismo” de Augusto Compte, al leer “Pholosophie Positive”, sin dejar de recurrir a la lectura de Imanuel Kant, Michel de Montaigne, François Rabelais, Jean-Jacques Rousseau, Jean Antoine Condorcet.

Victoria era delgado, erguido, alta frente, mediana estatura, voz varonil, reservado, parco en sus expresiones, alegre, seguro, modesto, discreto, extremadamente guardado; observador y reflexivo desde niño, interesado por todo, miraba sin pestañear, fuerte carácter, con el orgullo de hombre libre, tenía fe en su razón, sin temores contra la adversidad, en conflicto con la religión, de fulminante rapidez al adversario en la palabra. Siempre entendió que la “buena conciencia es la inflexible conciencia moral, brújula de su existencia”[7].

En 1890, ya con el título de “profesor”, con una carta de presentación de Carbó, ante un pedido del Director de la Escuela Normal de Santiago del Estero, llegó a la ciudad de Francisco de Aguirre. Pero, a pesar de sus antecedentes de alumno distinguido y títulos, el Director consideró que era demasiado joven (solo diecinueve años), para desempeñarse como “Regente”. Fue entonces cuando, las autoridades provinciales, que frecuentemente empleaban personal sin título, por no haber otro, llamaron a Victoria y le ofrecieron un cargo de “Vocal inspector”. Y esto le sirvió para recorrer la paupérrima campaña de Santiago, sin viáticos, caminos ni diligencias[8].

En el comienzo de 1891, al cambiar las autoridades de la Escuela Normal de Maestros, en Santiago del Estero, fue nombrado “Regente” y catedrático de “Práctica Pedagógica”, por lo que abandonó su agotador trabajo, para ser “formador de Maestros”. Junto a su condiscípulo Gauna, redobló su actividad a favor de la “Unión Cívica Radical” y, acompañado de otros, firmó el acta de fundación de la “Biblioteca Sarmiento”, en su condición de Presidente de la “Sociedad Literaria Coronel Borges”.

En Santiago, tuvo colaboradores y descubridores sostenedores en sus futuras empresas educativas[9]. Pero, un nuevo destino se abrió ante sí: Curuzú Cuatiá (Corrientes);  así es que, en 1894, fue designado Director de la “Escuela Normal Popular” de Curuzu Cuatiá y el “positivismo” lo unió a Alfredo Ferreyra y, una vez mas, a Scalabrini.

En 1897, rindió el concurso de “Inspector General de Escuelas”, en Tucumán. Aprobó sin mayor esfuerzo, con un fallo por unanimidad, hizo honor a su actividad docente y cultura; luego fue designado “Regente” y “Profesor en la Escuela Normal”. Dictó conferencias sobre “Filosofía y Positivismo”, piedra de desencuentros con los sectores clericales, lo que le valió el calificativo de “masón”. Y en diciembre de 1897, fue exonerado por el entonces Ministro de Educación, por sus ideas[10].

A posterior, fue designado Regente en la Escuela Normal Mixta de Esperanza, Santa Fe y, en 1898, recibió un telegrama del Gobernador de la provincia de Santiago del Estero, Don Dámaso Palacios, quien le ofreció la Presidencia del Consejo General de Educación de la Provincia, adonde se desempeño hasta 1900. Y así, Victoria, junto a otros normalistas, presentó  un "Plan de Estudios para las Escuelas Públicas de la Provincia de Santiago del Estero" (3 de enero de 1899). Con antelación Victoria, hizo lo propio, para la provincia de Tucumán, entre cuyos fundamentos se mencionaron los "resultados generales de la investigación pedagógica"[11]. Durante su gestión, en 1899, incorporó la primera mujer como vocal del citado organismo: Francisca Jacques, quien ejerció la vicepresidencia en algunos momentos[12].

La labor de Victoria en Tucumán, posibilitó que durante su desempeño, a cargo de la educación provincial, formara un núcleo de discípulos de Comte entre el magisterio y, la de su discípulo Ramón Carrillo, que estaba consolidando otro núcleo entre los maestros santiagueños. Sin olvidarse de los correligionarios de Paraná, en donde las enseñanzas de Comte, eran difundidas en la Escuela normal.

Dirigió la escuela Normal de Paraná (1906 - 1924)[13], escuela pionera del “normalismo argentino” y en 1915, como Director, encabezó la oposición al “catolicismo social” como “normalismo laico”[14], [15].

Creada la  Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales de la Universidad del Litoral, fue designado en 1920, en las cátedras de “Pedagogía” e “Historia de la Educación” y, en 1931, nombrado interventor[16] de dicha Facultad.

Además, se desempeñó como “Inspector General de escuelas”, en la provincia de Buenos Aires, donde implantó el concurso profesional e introdujo nuevos métodos e ideas. Presidió el Consejo Escolar n° 11, en la Capital Federal.

Fue uno de los defensores de la escuela pública argentina y el más valiente defensor. Por ella, por la escuela laica, libre de dogmas e influencias políticas, luchó toda su vida.

Creó escuelas en todo el país. Actualmente, llevan su nombre diversas escuelas en Argentina[17] y, también hay calles que lo recuerdan[18].

Fue un visionario educador, que allá por el año 1.900, creó una escuela de oficios, con la idea de dar salida laboral, a un sector de la población.

Perteneció a la pléyade de insignes educadores que, aun sustentando postulados que, por su disparidad, colisionaban – Amadea Jacques, Onésimo Leguizamón, Osvaldo Magnasco, Pedro Goyena, Miguel Navarro Viola, entre tantos - brindaron una batalla enaltecedora en la época que, sin dudas, se puede calificar como la “edad de oro” de la instrucción pública en nuestro país. Y no obligados por ninguna ley ni reglamento, sino sólo guiados por el “eros pedagógico”, diseminaron ética y saberes, en la totalidad del suelo patrio[19].

Ensayista y educador, de tendencia “positivista”[20]. Autor de diversas obras, guardadas en la Biblioteca Nacional de Maestros, entre otras: 1) Las grandes vidas: Augusto Comte (1898). Tucumán: Imprenta y Encuadernación “La Argentina” de Pérez y Alca. 2) Orientaciones de la educación argentina (1907). EN: Archivos de pedagogía y ciencias afines. Tomo 2. Buenos Aires: Talleres de la Casa Jacobo Peuser, pp. 248-256; 3) El gobierno de las escuelas normales EN: Archivos de pedagogía y ciencias afines. (1912). Tomo 10. Buenos Aires: Talleres de la Casa Jacobo Peuser, pp. 113-130; 4) ALVAREZ, Agustín. VICTORIA, Maximio S. (1917) Educación moral: tres repiques. La cultura Argentina. 5) Análisis positivo de la plegaria (1930). 6)  Los orígenes del catolicismo y de la eucaristía. (1936). Editor: Talleres gráficos La Vanguardia. También prologó y tradujo del francés diversas obras[21].

En Argentina, el “positivismo” influyó poderosamente[22] y, fue visto, como un “instrumento de orden, constructivo”[23].

Victoria, desarrolló una acción progresista, en emprendimientos comunes, con los socialistas tucumanos, razón que le valió la referida exoneración, de la Dirección de Escuelas de Tucumán.

El mandato de la Ley de Educación del 3 de octubre de 1887, en Santiago del Estero, preveía la redacción de una revista "de espíritu amplio", dirigida al personal de enseñanza[24]. A solicitud de Victoria, por ese entonces “Director General de Escuelas” de dicha provincia, conforme a lo dispuesto, en sesión del 6 de diciembre de 1898, el Consejo General de Educación, autorizó la solicitud, fundándose la “Revista Anales de Educación”, como órgano del Consejo"[25].

La mencionada revista se publicó entre febrero de 1899 y diciembre de l900, fueron quince números, con una periodicidad irregular, a veces mensual, bimestral, cuatrimestral, de distribución gratuita, para el personal docente y comisiones escolares de la provincia y, debía incorporarse como colección al Archivo de las escuelas.

En la Memoria de la Dirección General de Escuelas (1898-1900), Victoria da cuenta de la fundación de “Los Anales”, como una revista "de informaciones y de propaganda...que ha aparecido durante dos años- habiéndosela suprimido en el año en curso (1901), por haberse suprimido del Presupuesto la partida de Impresiones"[26].

En dichos Anales, con visible optimismo el Director Victoria enunció, entre los "Propósitos" de la publicación, el trabajo en pos de "coordinar los elementos sociológicos del Estado: religión, gobierno, educación, familia, territorio, lengua, industrias y comercio" y, lanzó una convocatoria a los hombres de buena voluntad, para que a través de este medio difundan: "la ciencia útil, la virtud real, las ocupaciones honestas, el arte excelso"[27], [28], [29].

En el marco del surgimiento y consolidación de políticas públicas de educación, que en el discurso se expresaban como de Instrucción Pública, la gestión 1898-1901, llevó a cabo un proceso de reforma normativo, del currículo, de jerarquización de las escuelas, de profesionalización del personal docente, de edificación escolar, que significaron cambios en el largo proceso de escolarización, iniciado unas décadas antes.

Desde una perspectiva crítica se ha considerado a “Los Anales de la Educación”, como difusora del "orden normalizador", propiciado por el Estado, con una función “homogeneizadora y de disciplinamiento”, de quienes se transformarían en agentes de un Estado, que modelaba de esta forma a los servidores públicos[30].

La iniciativa del grupo que acompañó la gestión de Victoria, al frente del Consejo de Educación, y que se plasmó en la revista referida, incorporó a Santiago del Estero,  a un movimiento de reforma de la educación, extendiéndose por otras provincias.

Los redactores se consideraban reformadores, y concordaron en sus discursos,  en la necesidad de transformar una realidad educativa que oponía grandes obstáculos a sus proyectos. Por un lado, otorgaron preeminencia a la sección oficial, con su voluminosa documentación, que trasuntaba la voluntad de formar un cuerpo técnico, con conocimiento de las leyes, reglamentaciones y resoluciones, por otro lado, la publicidad de los actos de gobierno se relacionaba con el ideal republicano, de conformar ciudadanos partícipes de la cosa pública.

Se destaca la reforma de la ley de educación y de la ley de renta escolar, la sanción de un nuevo Reglamento General de Escuelas y el Plan de estudios primarios. "El impulso educacional era estimulado por el Consejo de Educación bajo la presidencia del profesor Maximio S. Victoria" y así, la cuestión educativa estaba imbuida por el “positivismo liberal”[31].

Por otra parte, entre junio y diciembre de ese 1898, vió la luz la revista “La Filosofía Positiva”, dirigida por Margarita Praxedes Muñoz y, con la participación de destacados colaboradores nacionales y extranjeros. Entre los primeros, el propio Victoria, Enrique de Santa Olalla, Felipe Senillosa, Luis Mohr, José Ingenieros, Alfredo Palacios y otros. Entre los extranjeros, referentes positivistas como los franceses Juan Francisco Robinet, Ernesto Delbet y Paul Ritti y el chileno Juan Lagarrigue. En su breve, pero intensa vida, esta revista, fue la caja de resonancia de una serie de procesos políticos nacionales e internacionales [32].

Otra Revista en la que Victoria colaboró fue “Estímulo y defensa”, cuyo primer número salió a la calle el 15 de abril de 1903 y logró publicar cuarenta y seis números.  Se presentó como una revista quincenal, órgano de la “Sociedad Magisterio Santiagueño”, que con su imprenta propia y con ayuda de suscripciones y publicidad vivió, de 1903 a 1905[33].

 “Estímulo y Defensa”, reprodujo conferencias pronunciadas en centros liberales por Maximio Victoria y Alfredo Ferreira, que versaron sobre el positivismo comteano matizado con la aristocracia del espíritu, el culto a los héroes y los ideales de Carlyle y Guyau, sin perder de vista a Charles Darwin y a Herbart Spencer. La revista fue un importante pasador de posiciones ideológicas y literarias, correspondientes al centenario, donde positivismo y nacionalismo se cruzan, en una propuesta escrita, que reforzó las conferencias desplegadas por la Sociedad del Magisterio[34].

Fue fecunda, laboriosa y patriótica la pluma y la vida de Maximio Victoria. Abrió nuevos rumbos y señaló nuevas vías a la educación de la niñez y la juventud argentinas[35]. Por sobre todas las cosas, fue un honesto docente por vocación, consecuente con sus pensamientos y creencias, anteponiendo el bien común de la sociedad.

Pero, todo eso no pudo haberlo hecho solo. Ello fue posible, gracias a su esposa, con quien se casó el 8 de abril de 1899, compañera de toda su vida: Rita Latallada de Victoria, considerada fundadora de los jardines de infantes en Argentina, figura emblemática de la educación inicial en el país. Mujer dotada de una personalidad excepcional, según los biógrafos[36], con quien tuvo 3 hijas mujeres (María Laura, Nické y Rita) y dos varones. De estos últimos, Marcos, médico psiquiatra, radicado en Buenos Aires, ensayista, profesor universitario, de proficua labor y  Virgilio, médico oculista, profesor universitario, radicado en Tucumán, luego en Buenos Aires.

Maximio Victoria, fue el “documento viviente de la liberación de una conciencia y de la lucha de toda una vida por enseñar a liberarse a sus conciudadanos”, de lo cual deriva su “valor cívico y su irrefutable valor moral”[37].

Por ello, la elección de su nombre para el sitial que ocupo en la Academia de Ciencias y Artes de Santiago del Estero, ya que Maximio Sabá Victoria, para mí, más allá de los lazos de sangre que me unen, como para muchos otros, fue un ejemplo de vida, con sus aciertos y errores, como todo hombre, pero consecuente con sus ideas. Vivió como pensó, predicó y enseñó. Así murió, dejando su ejemplo y enseñanzas, por los polvorientos y, a veces, olvidados caminos de la geografía argentina.

 

*Doctora en Ciencias Jurídicas y Sociales. Académica de número de la Academia de Ciencias y Artes de la provincia de Santiago del Estero. Académica correspondiente de la Academia de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, Argentina. Docente investigadora de las Universidades Nacional y Católica de Santiago del Estero. Ex Directora de Proyectos de Investigación del CONICET. Miembro del Comité Científico de la Unión Mundial de Agraristas Universitarios (Italia). Miembro del Comité Ejecutivo del Comité Americano de Derecho Agrario y del Instituto Argentino de Derecho Agrario. E mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

[1]VICTORIA, Maximio. Los orígenes del catolicismo y de la eucaristía. (1936). Editor Talleres gráficos La Van-guardia.

[2]Ibíd.

[3] SGOIFO, Marta Graciela.  La revista "Los anales de la educación" (1899-1900).  http://www.fundacioncultural.org/revista.

[4]La Escuela Normal de Paraná fue anclaje civilizatorio dentro del proyecto de organización nacional, como centro irradiador de maestros competentes a todo el país. Sus dimensiones propias: normativa, cultural, jurídico-político, y propiamente pedagógica, se constituyeron en una historicidad particular que atravesó un momento genético, un momento de crisis y un momento de estructuración orgánica. CARLI, Sandra. (1993). Modernidad, diversidad cultural y democracia en la historia educativa entrerriana (1833-1930). EN: La Educación en las provincias y territorios nacionales (1887-1943). (186).Buenos Aires: Galerna.

[5]  Victoria solía repetir: “no he nacido para rico. Mientras viva, mi riqueza será mi biblioteca. El hombre con riquezas materiales, no duerme pensando que las puede perder, en que sus patacones de plata o sus monedas de oro le van a ser arrebatadas”. VICTORIA, Marcos. (1973-1975). Vida de un Maestro. Buenos Aires: libro inédito.

[6]Sarmiento le daba el ejemplo de una vida de combate, la doctrina de la educación en una democracia. Torres, le enseñaba los métodos, las técnicas docentes, el perfil de la futura escuela popular argentina.  Ibíd.

[7] “Era un hombre de acción, constructor o destructor según lo exigieran sus ideales y las cambiantes circunstancias”. , “Creía en sus ideales, en su triunfo final, estaba seguro de que la causa de la enseñanza laica y de la liberación espiritual de la infancia se impondrán…”. Ibíd.

[8] Para ello, contrató dos caballos, un peoncito, casi de su misma edad, a quien él le enseñaría a leer y escribir a cambio de que le enseñara quichua Y, acompañado de la “Gramática quichua” del Padre Mossi, la citada obra de Compte y “El porvenir de la ciencia”, de Renán, se lanzó a la aventura pedagógica. La voz anónima de la gente agradecida, fue  el mejor premio a su labor y “soño absorvido por la fiebre del trabajo”. Ibíd.

[9] Entre otros se destacan: Juan P. Besares, Ramón Carrillo, M. Moreno Saravia, Ramón Díaz, Absalón Rojas, Pedro García, Olegario Noriega, Antenor Ferreyra, Antenor Álvarez, José Santillán, Martín Uriondo, Federico Lannes, Francisca Jackes. Ibíd.

[10] Victoria, fue acusado de haber pronunciado conferencias sobre el positivismo de Augusto Compte, de convertir a las aulas en centros de propaganda de ateos, de haber ordenado la adquisición de una colección de libros para que se distribuyan en las escuelas, dedicados a la instrucción y formación de Maestros y alumnos, obras como las de Mariano Moreno, Sarmiento, Echeverría, Alberdi, Mitre, Vicente Fidel López. Se le atribuyeron ideologías y convicciones que no compartía (masón), aunque estimó: que “ser masón, después que lo fueron San Martín, Bartolomé Mitre, Sarmiento y Eduardo Wilde, no es ningún pecado. Mas bien alto honor…”. Para esto, que el Ministro se olvidaba, de la ley que imponía la “neutralidad religiosa” y la dirección que dominaba el pensamiento pedagógico en Argentina, de esa época.  Recordada es la frase que Maximio Victoria, le dijo al entonces Ministro de Educación de la Provincia de Tucumán, ante la solicitud de su renuncia: “ … Mi conciencia es el respeto hacia la conciencia ajena, sea del maestro, sea del alumno. Escuche bien Sr. Ministro. Ni mi renuncia ni la cara de Dios las verá jamás”. La noticia causó asombro en los círculos culturales de la ciudad, pero ningún miembro integrante del Consejo de Educación se solidarizó con él. La  Sociedad Sarmiento, le ofreció su tribuna y el 16 de mayo de 1895, dio su conferencia, sin la menor queja o crítica a las autoridades de la provincia. Fue una amplia, objetiva, minuciosa, exposición del positivismo de Comte, como doctrina filosófica y como credo social. Así, la Sociedad Sarmiento, brindó un homenaje a la valentía y a la integridad de aquél Maestro de maestros. En 1904, la conferencia fue publicada por dicha entidad en “Tucumán  Intelectual”.VICTORIA, Marcos. (1973-1975). Vida de un Maestro… Op. Cit.

[11] Los estudiosos de la educación señalan que, en la etapa de consolidación, la elaboración sistemática de planes y/o programas estuvo asociada a proyectos de reforma de la instrucción pública, entre ellos, los de mayor significación, fueron los correspondientes a los años   1898/99 y 1903/04. SGOIFO, Marta Graciela. Estado, educación y género en los orígenes de la formación docente de Santiago del Estero. Fundación El Colegio de Santiago del Estero. http://elcolegiodesantiago.com.ar/ponencia_2004

[12] SGOIFO, Marta Graciela.  (2008). Políticas públicas de educación en santiago del  estero y diferencias genéricas (1872- 1914). Revista digital de Población, Estado y Sociedad n° 4  (Vol IV). Santiago del Estero. Argentina. http://:ar.geocities.com/revista

[13] PONCE, Fernando. Para conocer la Escuela Normal. El Diario on line. Año 14 edición n° 1587. Paraná, Entre Ríos, Argentina. http:www.eldiario.com.ar

[14]Victoria, reaccionó con un informe dirigido al Consejo General de Educación, contra las críticas del Obispado, señalando que la “escuela normal era una institución creada, sostenida, fomentada por leyes nacionales, arraigada profundamente en el organismo cultural del país, combatida todo el tiempo por la iglesia, denigrada por un escritor extranjero y calumniada por un novelista católico” (Galvez). CARLI, Sandra. Modernidad, diversidad cultural y democracia en la historia educativa entrerriana (1833-1930)…Op. Cit. p. 222-223.

[15] Y, en una oportunidad señaló que “durante veinte años la Escuela (Normal) enseñó la “caligrafía angulosa inclinada”, con muy buenos resultados y, en los últimos cinco años, ensaya la “letra vertical”, con éxito dudoso”. VICTORIA, Maximio S. (1910). La Escuela Normal de Paraná en 1910 (Informe Anual). Buenos Aires, Compañía Sudamericana de Billetes de Banco. VICTORIA, Maximio. (9/8/1915). Informe de la Dirección sobre los hechos denunciados.

[16] En 1929, por ley nacional n° 1597, se creó en Paraná la Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales como organismo independiente de la Universidad del Litoral creada por ley n° 10861 y, la Escuela Normal de Paraná pasó a ser Escuela Normal de Maestros, anexa a la Facultad. La nueva Facultad era definida como “escuela de profesorado” y “centro destinado al estudio de las humanidades”, tránsito sumamente conflictivo, que llevó posteriormente a su supresión en 1931. La Facultad fue reemplazada por la Escuela Normal Superior (1931-1932) y, ésta a su vez, por el Instituto Nacional del Profesorado Secundario. El “positivismo normalista”, acentuado durante la gestión de Victoria, fue cuestionado por las “corrientes escolanovistas” que irrumpieron en el ámbito universitario. CARLI, Sandra. Modernidad, diversidad cultural y democracia en la historia educativa entrerriana (1833-1930)…Op. Cit. p. 225-228.

[17] Entre ellas, en: 1) Provincia de Buenos Aires: Escuela EGB n° 84 “Maximio Victoria”, de la ciudad de La Plata. 2) Ciudad capital: Escuela primaria n° 2  de jornada completa “Maximio Victoria, del Barrio Vélez Sársfield, ciudad de Buenos Aires. 3) Provincia de Entre Ríos: Escuela EGB 3 nº 24 “Maximio Victoria”, de Paraná; Escuela n° 25 nivel medio Prof. “Maximio Victoria”, de Paraná; Escuela EGB1 y 2 E inicial “Maximio Victoria”, del barrio Toma Nueva, Paraná; Escuela Provincial nivel inicial, nº 52 “Maximio Sabá Victoria”, del Departamento Federal. 4) Provincia de Santa Fe: Escuela nº 48 “Maximio Victoria”, de la ciudad de Santa Fe. 5) Provincia de Santiago del Estero: Escuela Piloto n° 1 “Maximio Victoria”,  Nivel Polimodal,  Centro experimental n° 4 Maximio Victoria, Fernández. 6) Provincia de Tucumán: Escuela de Formación Profesional  Maximio Victoria, de La Cocha.

[18] En La Cocha (Tucumán) y en la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca.

[19] CABELLO, Ángel Gregorio. (2000, octubre).  Aproximación a Francisca Jacques. Servicio Educativo 31, República Argentina. Espacio Latino. http://letrasurguay.espaciolatino.com

[20] http//:www.acanomas.com/Diccionario-Espanol.

[21]Tradujo, entre otras obras: Appel Aux Conservateurs (1855), una de las últimas obras de Compte. Citado por CASTURELLI, Alberto. (2001). Historia de la Filosofía en Argentina (1600-2000). Ciudad Argentina, p. 431.

[22] Aquí se destacaron tres grandes grupos: 1) El de los llamados “positivistas sui generis o pre-positivistas” (Sarmiento, Alberdi y Echeverría). 2) El grupo de la “llamada Escuela de Paraná”, de formación comtiana, que influyó en el campo educativo a través de las escuelas normalistas (Pedro Scalabrini, Alfredo J. Ferreira, Ángel C. Bassi, Maximio Victoria, Leopoldo Herrera y Manuel Bermúdez). 3) El  grupo de la “Universidad de Buenos Aires”, donde se combinó el positivismo comtiano con el inglés, especialmente Spencer. Este grupo se destacó por la aplicación del “criterio científico” y del “principio de la evolución a los diversos problemas políticos, administrativos y educativos”, que se le plantearon. El positivismo, también tomó en Argentina, el carácter de un “liberalismo avanzado y socializante” (José Ingenieros y de Juan B. Justo), que en política, pertenecieron al “Partido Socialista Argentino”. El segundo combinó el evolucionismo de Spencer con el marxismo, formando las bases teóricas del partido socialista citado. ZEA, Leopoldo. El pensamiento latinoamericano. http://www.ensayistas.org/filosofos/mexico/zea/pla/0-5.htm

[23] La filosofía positiva trató de ser, en nuestra América independiente, lo que la escolástica había sido en la colonia: “un instrumento de orden mental”. Quienes enarbolaron esta doctrina, trataron de realizar algo que no había sido posible hasta entonces, a pesar de la emancipación política: la “emancipación mental”. Ibíd.

[24] Textualmente, en el Cap. VII, al fijar las atribuciones del Director General, en el art. 48 inc. 82, se disponía: "Dirigir una publicación periódica en que se inserten todas las leyes, decretos, reglamentos, informes y demás actos administrativos que se relacionen con la educación primaria; como asimismo los datos, instrucciones y conocimientos tendentes a impulsar su progreso". SGOIFO, Marta Graciela.  La revista "Los anales de la educación" (1899-1900… Op. Cit.

[25] La mencionada revista se publicó entre febrero de 1899 y diciembre de l900, a través de quince números, con una periodicidad irregular, a veces mensual, bimestral, cuatrimestral. En el número uno, se establecía que la publicación sería de distribución gratuita para todo el personal docente y comisiones escolares de la provincia y, que debía ser incorporada al Archivo de las escuelas, en forma de colección. Ibíd.

[26]   Ibíd.

[27] La revista tenía como destinatario al personal docente. La provincia, si bien ya había iniciado el proceso de formación docente profesional mediante la creación de escuelas normales nacionales (una de varones y una de mujeres), solo contaba con cerca de la mitad de maestros/as con "diploma" en ejercicio. Por lo tanto, una de las estrategias para resolver el problema de la falta de maestros idóneos fueron las Conferencias Pedagógicas y la publicación de Los Anales. Ambas pretendían fundamentarse en la ciencia pedagógica. En su edición número uno enunciaba como programación las siguientes secciones fijas: 1. Redacción y colaboraciones. 2. Traducciones, transcripciones, resúmenes de trabajos de carácter científico, industrial o artístico. 3. Revista de revistas de su género. 4. Sección oficial documentos, informes, estadística escolar, memorias, resoluciones,...). 5. Bibliografía. 6. Sección Práctica (lecciones, modelos, observaciones, experimentaciones, etc.). 7. Sección noticiosa e informativa. Ibíd.

[28] La redacción estuvo a cargo de inspectores, en un primer momento del Secretario Ramón Carrillo y luego, en la mayoría de los números publicados, de Medardo Moreno Saravia. En los que no se menciona al redactor, solo se consigna Director General de Educación y Secretario, Maximio S. Victoria y Santiago Lugones, respectivamente. En cuanto a los traductores solo se enuncian a Demetrio Méndez y Rita Latallada de Victoria (esposa de Maximio Victoria). Ibíd.

[29] En las páginas iniciales de cada número de “Los Anales”, que generalmente llevan la firma de su Director, se desarrollan una serie de cuestiones que se identifican como los lineamientos de la política educacional del gobierno de Dámaso Palacio (algunos de cuyos discursos se publican), a cargo de un equipo de normalistas bajo la dirección de Victoria. En su discurso pedagógico, convoca al personal docente a la acción civilizadora, al trabajo en pos de la instrucción pública, cuestión privilegiada durante dicho período. Difunde, en coincidencia con el lema de quienes regían el orden conservador a nivel nacional, conceptos claves (paz, administración, orden y progreso). Esos ideales solo podían hacerse posible mediante la institución escuela, definida "casa del pueblo, línea neutral adonde converjan los nobles propósitos de cada vecindario, casa de alegría, de paz y de amor para los educandos, gabinetes de observación adonde ellos vayan a observar, clasificar, experimentar los fenómenos de la naturaleza,...centros de estudio.. lugares públicos..." La influencia de los principios de Comte y del evolucionismo spenceriano están presente en su interpretación del mundo como el de un organismo que evoluciona regido por leyes positivas, la consideración de los hechos como fenómenos, que pueden ser explicados por la ciencia, la fe en el progreso indefinido, etc. Ibíd.

[30] Se publicó el conjunto de iniciativas promovidas, tales como: el inicio de exposiciones anuales que los propios actores reconocieron como manifestación de la tendencia práctica y regional de la que eran partidarios y en las que participaban las escuelas de la ciudad capital y "varias" de la campaña; la realización de excursiones; la creación de la oficina de Estadística Escolar; la propuesta de creación de escuelas ambulantes y de escuelas de Artes y Oficios para niños y niñas, de una escuela de agricultura, de escuelas para obreros, y/ o dominicales, de telegrafía, el proyecto de Fiestas Mayas, la propuesta de creación de jardines de infantes, el fomento de la formación de sociedades protectoras de la educación y de bibliotecas, chacras y museos escolares...convirtieron a la revista en fuente valiosísima de conocimiento del saber pedagógico de los sujetos que intervenían en la gestión educativa, así como de la cultura de la sociedad de su época. Ibíd.

[31] ALEN LASCANO, citado por    SGOIFO, Marta Graciela.  La revista "Los anales de la educación" (1899-1900)…. Op. Cit. 

[32] Esta pequeña publicación positivista apoyó la campaña del Comité Liberal orientado por Felipe Senillosa para enviar un petitorio pidiendo la separación de la iglesia y el estado a la convención constituyente reunida en Buenos Aires ese año. También, reflejó la actividad y la lucha ideológica que distintos grupos de educadores comtianos o afines venían llevando adelante, desde espacios de poder acumulados en el área educativa, de distintos gobiernos provinciales. En ese orden, mantuvo intercambios con la revista “La Escuela Positiva”, de Corrientes, órgano oficioso de la Dirección de Escuelas de esa provincia en donde actuaba un grupo comtiano inspirado por Alfredo Ferreira y Ángel Bassi. También celebró la designación del joven escritor socialista Leopoldo Lugones como Inspector General de Escuelas y denunció la exoneración del comtiano Maximio Victoria de su cargo como “Director de Escuelas” de la provincia de Tucumán, fruto de presiones del clero sobre el gobierno de esa provincia. La destitución del inspector general de escuelas de Tucumán (1989, mayo 30). EN: LFP, pp. 8-14, citado por DE LUCIA, Daniel Omar. Visión del alba y el ocaso, del siglo XX ante la condición humana. Margarita Praxedes Muñoz. CECIES. Pensamiento Latinoamericano y alternativo.  http://www.cecies.org/

[33] En su programa, hizo un llamamiento a las “intelectualidades santiagueñas de fuera y dentro de la provincia”, llamado que se hacía desde el gremio de maestros, y desde un medio que vino a incorporarse al “periodismo” lugar que reunía a la inteligencia local. El fin de esta convocatoria fue realizar una propaganda a favor de la escuela, para poder llevar cultura a una sociedad amenazada aún por la barbarie. La revista estaba dirigida por Ramón Díaz y tuvo como otros colaboradores en 1903, además de Maximio Victoria a: Francisco M. Viano, Pablo Lascano, Héctor Aliaga Rueda, Rodolfo Arnedo, Pedro Almonacid, Baltasar Olaechea y Alcorta, , Francisca Jacques, Ramón Carrillo, Manuel Cáceres, Antenor Ferreira, José Santos, Rainerio Lugones, Fransisci Sicardi, Guillermo Correa, Ricardo Rojas, Víctor Mercante, Alfredo Ferreira, Ramón Cordeiro, y D. Contreras López, resaltando la copiosa colaboración de docentes mujeres que escribieron sobre temas educativos. Tuvo corresponsales en Salta, y Tucumán, y apoyó a la Asociación Nacional del Profesorado y su filial en Santiago “Estímulo y defensa”, fue el instrumento de difusión de las ideas que pregonaron los docentes nucleados en la Sociedad Magisterio Santiagueño (Ramón A. Díaz, Andrés Chazarreta, Francisca Jacques, Alfredo Ferreira, Pedro Llanos, Vicente Zuloaga, Antenor Ferreira, Federico Lannes, Ramón Carrillo, Juan Besares, José Santos, Domingo Contreras López, y Pedro Almonacid, entre otros intelectuales). Sociedad Magisterio Santiagueño nació en 1900, fue una asociación cultural liberal que tuvo como principal objetivo el de difundir el “positivismo y el laicismo”, reforzando la tarea que la escuela por la misma senda ideológica realizó en la sociedad, por lo tanto la revista fue una de sus armas de divulgación. GUZMÁN, Daniel. (2006, 7 de abril). Historia de las publicaciones culturales de Santiago del Estero. La revista de la Sociedad Magisterio Santiagueño. El Liberal. Noticia de Archivo. http://www.elliberal.com.ar/secciones.php.

[34] Ibíd.

[35] ZUBIAUR, J. B. (1897, junio). Libro excursiones escolares. Paraná. http://www.bnm.me.gov.ar/ebooks/reader

[36] http://www.eldiadegualeguaychu.com.ar/portal/index.

[37]VICTORIA, Marcos. (1973-1975). Vida de un Maestro. Prólogo,… Op. Cit.

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