HNO. HERMAS DE BRUIJN - SITIAL DE RICARDO AZNAREZ

“Hermano Hermas de Bruijn”

  Académico de número Ricardo Aznárez

   Hermas de Bruijn nace el 8 de marzo de 1904 en Bélgica, hijo de Julia Colaes (belga) y Piter Bruijn (holandés), en un hogar de panaderos.

A los 16 años en 1920 ingresa al noviciado de la Congregación de los Hermanos de Nuestra Señora de la Misericordia.

   Al finalizar el noviciado en 1922 hace sus primeros votos e inicia su formación docente.

  A los 22 años, después de completar su formación humana y religiosa, hace sus votos perpetuos y se consagra definitivamente al Señor en la Congregación de los Hermanos de Nuestra Señora de la Misericordia que había sido fundada por Monseñor Víctor Scheppers en 1839. La orden compuesta solo por hermanos no sacerdotes era una orden con el fin y objetivo de la docencia. Posteriormente y como consecuencia de la disminución de las vocaciones sacerdotales la orden permitió, a los hermanos que se sintieran llamados, profesar el sacerdocio.

   Hasta sus 42 años dedica su vida a la docencia en los colegios de la congregación y en 1946 es destinado a América latina y pasa 8 meses en Italia para adaptarse al espíritu latino.

   El 15 de julio  de 1947 llega a Santiago del Estero y allí desarrollará su apostolado en la educación y la fe hasta el fin de sus días.

   El 29 de abril de 1951 es ordenado sacerdote en la Catedral Basílica de Santiago del Estero ante la necesidad de sacerdotes en la diócesis.

   Fallece el jueves santo del año 1997 en la casa de los Hermanos de Nuestra Señora de la Misericordia de Santiago del Estero a los 93 años de edad.

   Hasta aquí los fríos datos biográficos del Hermano. Hermas que nos son necesarios para aproximarnos al conocimiento de su figura.

   Muy pocas personas en la historia de Santiago del Estero pueden compararse al Hermano Hermas si analizamos su capacidad intelectual, su erudición y su vocación docente.

   Si tomamos su capacidad intelectual en consideración, era un hombre de una memoria prodigiosa, capaz  de realizar complicadas operaciones matemáticas de varios dígitos  mentalmente (1). Era capaz de tararear una melodía mientras leía su música, fuera un clásico o una chacarera (1) (2).

   Cuando se tiene una capacidad como la suya, lo deseable es que exista la voluntad de colmarla, de cultivarla para que fructifique en genialidad. Además de la voluntad del estudio, debe existir la posibilidad de hacerlo, y con el Hermano Hermas Dios fue generoso, le permitió una esmerada educación en las mejores escuelas de Bélgica y en una región donde convivieron el Catolicismo y el espíritu de la Reforma (1) lo que dio como resultado una mente abierta y comprensiva y una  deslumbrante erudición.

Es muy difícil, que en una sola persona se amalgame tan vastos conocimientos sobre ciencias, humanismo y arte.

    Otra virtud en la personalidad del Hermano Hermas fue el objetivo se su formación intelectual. Cuando una persona se descubre poseedora de una alta capacidad intelectual  nace usualmente su voluntad de cultivarla con la educación en el sentido habitual y  contemporáneo de querer ser el mejor.

   En el caso particular del Hermano Hermas, el modo en el que fructifica tamaño intelecto, no ocurre como necesidad de saber y de conquistar el conocimiento para si mismo, para la propia autoestima, hasta para el genuino deseo cristiano de explorar, conocer, entender y dominar el mundo como obra de Dios, sino que el Hermano  Hermas adquiere su erudición solo con el humilde fin de trasmitirlo, de enseñar, y aquí es donde comenzamos a dimensionar su personalidad, su vida y su obra.    

   A decir de los que lo conocieron bien (1), si no hubiera sido religioso hubiera con facilidad descollado en cualquier profesión universitaria y su fama hubiera transpuesto las fronteras de su Bélgica natal. Pudiera haber sido, “sin grandes esfuerzos, un sobresaliente científico,  un gran investigador o un ejemplar  académico o las tres cosas a la vez” (1),  pero prefirió ser un oscuro profesor en un colegio de Santiago del Estero donde sus alumnos de más de 50 años de docencia quizás no llegaron a mensurar los quilates de quién tenían al frente. Esa fue su elección, su objetivo, a esa misión consagró esa joya de intelecto.

   Políglota maravilloso hablaba 7 idiomas el flamenco y el holandés (1)  desde la cuna, luego por vecindad el alemán y el francés (2), luego el inglés, y luego el italiano y el español cuando se le encomendó venir a América latina. Finalmente dominaba el latín y griego como parte de su formación religiosa,

   Su erudición era muy amplia. En el colegio San José, podía cubrir la ausencia de cualquier profesor con excepción de historia argentina y educación democrática, dominaba la matemática, la física, la astronomía, la química, la ética y la filosofía, las artes y los idiomas. (3)

      Con respecto a las  artes. Tenía profundos conocimientos musicales que le permitían cuando estaba enfermo en cama combatir el aburrimiento recordando por sus notas casi todas las melodías que había disfrutado durante su vida (1).

   Formó  enseñó y dirigió un coro de canto gregoriano para el antiguo culto  en latín, dando precisos consejos técnicos a sus alumnos de canto. (2)

   Amaba cantar y silbar con felicidad y enseñar a cantar.

   Dibujaba con destreza y en sus vacaciones realizaba trabajos de grabado en madera y otras labores manuales que obsequiaba a sus amigos (4). Su letra era de una caligrafía elegante y distinguida.

      Si bien no daba clases sobre gramática castellana por no ser su idioma nativo, el manejo de su idioma salvo un ligero acento centroeuropeo su dicción y construcción era muy buena. Conocía y disfrutaba de la literatura universal y una de sus preocupaciones era enseñar a leer bien, sostenía que había que enseñar a leer en voz alta  y que en Argentina eso no se enseñaba bien y tenía un preciso conocimiento en técnicas literarias permitiendo trasmitir estas enseñanzas a quienes tenían vocación de escritores (1)(2). Durante los almuerzos en el comedor de los internos del Colegio San José leía e interpretaba (actuaba) a los personajes que leía de los textos clásicos y se turnaba en esa tarea con sus estudiantes mas afines a las letras (2). Esto es parte de una antigua práctica conventual de leer textos bíblicos durante las comidas. El Hermano Hermas no podía perder un minuto sin enseñar.

“-Soy maestro”-, se auto definió a poco de llegar a Santiago en 1947 en un encuentro de la Acción Católica en el Campo Contreras (4), no dijo  trabajo de maestro o tengo esa profesión. Dijo soy porque esa condición estaba inserta en su alma, era la elección de su vida, dar desde su intelecto por la gracia de Dios.

 

     “Amaba enseñando a toda hora. Siempre. Las inflexiones, su fantasía,  la plasticidad de figuras inolvidables, las anécdotas e historias, su entusiasmo ante la pequeñez y su estado de alerta vibrando ante lo bello y lo bueno, hicieron alumnos donde fuese.”(4).

    Estaba siempre listo para enseñar, se paseaba por el colegio con guardapolvos marrón claro o gris, y siempre llevaba en su bolsillo izquierdo borrador de pizarrón y en el derecho tizas blancas y de colores. (3)

   Algunos profesores le admiraban su capacidad docente y lo observaban para tratar de aprender de él. (3)

   Era dueño de un fino humor, cuentan que  en una reunión del Movimiento Familiar Cristiano el Prof. Rolando Giménez Mosca que además era colega y amigo del Hermano Hermas dijo para halagarlo que desde que era su confesor  y guía espiritual él había  mejorado mucho, a lo que el Hermano Hermas respondió:

-“En cambio  yo, ¡como me he venido abajo!”.(3)

   Su apertura intelectual nacida como él en Amberes de convivir en un ambiente cultural protestante, anticatólico  y socialista y su experiencia durante el nazismo  le permitió el pluralismo con el que brilló en su vida religiosa y sacerdotal. Pudo interpretar problemas como el divorcio y la tolerancia religiosa hacia otros credos como los protestantes, mucho antes del Concilio Vaticano II y  fue un confesor y un director espiritual respetuoso y equilibrado. Trabajó muchos años como asesor en el Movimiento Familiar Cristiano.

   Esta condición intelectual le permitía reflexionar que el mayor mérito en la religión  es el amor y no el sufrimiento, como tanto se ha enseñado. “Un sufrimiento sin amor no tiene ningún mérito sobrenatural, enseñaba” (1).

   Consolaba a los padres que habían tenido un aborto espontaneo diciéndoles que su hijo no había ido al “Limbo”, sin contradecir  la doctrina para no desconocer, en aquel momento, un lugar que su inteligencia negaba.

   Como asesor espiritual sabía dirigir sin dirigir  y obligaba al consultante a resolver la cuestión. Era capaz de apaciguar los temores de los escrupulosos y de controlar los excesos de los laxos. (1).

   Una de las obras importantes de su vida docente fue su crucial participación en el nacimiento de la Universidad Católica de Santiago del Estero. En un momento en que la jerarquía de la Iglesia había definido un modelo donde las Universidades Católicas debían centralizase en o como UCA (Universidad Católica Argentina) o como filiales de la misma, él supo entender el deseo y la necesidad de una universidad católica para Santiago del Estero y entender el espíritu de los laicos que impulsaban la iniciativa y aunque el superior era el Hermano Alfonso (su nombre de la orden) u Octavio Coek, el Hermano Hermas, amigo y compatriota debe haber influido a la hora de tomar la decisión de respaldar la iniciativa universitaria aunque no tuvieran tiempo para consultar la decisión a Bélgica y excediendo la finalidad de la orden  (enseñanza primaria y secundaria pero no superior). Gracias a eso nació la UCSE y al Hermano Hermas le cupo muchas funciones en la misma desde docente  hasta  rector.

   En sus últimos años se fundó en la UCSE el Colegio Secundario que lleva su nombre en su honor; él con su humildad de siempre decía que habían usado su nombre sin su autorización.

   Su humildad era un ejemplo para los que conocían su capacidad y su sabiduría. Tenía desapego por  las cosas administrativas y nunca se le vio ni una moneda  en los bolsillos. Ese hombre sabio parecía solo necesitar entre las cosas mundanas su boina, su pipa y a veces una pinta de cerveza.

   Ya anciano la orden le ofreció volver a su patria y él eligió quedarse entre nosotros.

   Durante varios años escribió en el Diario “El Liberal”  comentarios resumidos de los evangelios de cada domingo. Su lenguaje fu claro, llano fácil de comprender y regado de localismo santiagueño para hacer más fácil y entretenida su compresión.

 “Cuando leo en el evangelio de hoy “algarroba”-otras versiones hablan de bellotas, traducir es siempre traicionar un poco- se me hace agua la boca acriollada. ¡Algarroba! Mis glándulas salivares me pintan el sabor dulzón, patalco, de las vainas amarillas con los porotos blanquecinos, que el tronco retorcido del árbol añejo sembraba, profuso, en el ángulo del viejo patio.”(5)

 Así escribía el Hermano Hermas.

   Deseo finalmente contar unas pocas historias  personales con el Hermano Hermas.

   Mis padres  eran ambos farmacéuticos, y también docentes  del Colegio San José en una época en que al no haber demasiados profesorados, las clases en los colegios secundarios eran dadas por profesionales de las especialidades afines a las materias. Dictaban clases de biología, física y química. Se habían casado en 1948 y pronto se hicieron muy amigos del Hermano Hermas. Mi padre había pertenecido a la Acción Católica y era de la primera generación de católicos con formación universitaria en Santiago y eso quizás lo acercó al Hermano Hermas.     Posiblemente como les costó muchos años de tratamientos de esterilidad para que naciéramos mis hermanos y yo, tuvieron mucho tiempo libre para cultivar esa amistad y buscar además su consuelo, por el dolor que esta falta de hijos les causaba. Por ello el Hermano Hermas los hizo partícipes de dos viejas tradiciones católicas europeas que en Santiago no se practicaban. La primera de ellas fue, que les pidió a mis padres que fueran sus padrinos de ordenación sacerdotal, lo cual los hizo muy felices. La segunda de esas tradiciones fue que cuando yo nací luego de muchos tratamientos en 1955, el les contó que en Europa se acostumbraba realizar la ceremonia de presentación del niño al templo (como se hizo con Jesús), que consistía en que la primera salida de un niño de su casa era ir a la Iglesia para recibir la bendición del Señor. (por supuesto previo al bautismo), y así lo hicieron mis padres conmigo, me llevaron a la vieja capilla del Colegio San José donde el Hermano Hermas me dio la bendición.

   Yo no he sido su alumno, era un hijo de sus amigos por lo que he estado más cerca de su rol de sacerdote. En muchas oportunidades mis padres lo invitaban a viajar a Las Termas o simplemente a dar vueltas en auto por Santiago y siempre me trataba con mucha ternura y cariño, me alzaba y cantaba, o me hacía jugar con el humo de su pipa. Para esas grandes ocasiones  en que viajábamos, solía traer un pipa curva y larga a la que le decía “su cachimba”. Recuerdo especialmente uno de esos viajes en compañía y para hacer pasear al Hermano Santiago de Winter que era el General de la Orden, cuando estuvo de visita en Santiago y fuimos a visitar las obras del Dique frontal en Las Termas, al poco tiempo de su inicio.

   Luego fui alumno del Jardín de Infantes del Colegio San José, de la Sra. “Tini” Mira de la Torre de Arnedo, y como el jardín funcionaba pegado o dentro de la casa de los Hermanos, habitualmente pasábamos muchas horas en el patio interno cubierto de parrales, donde había una gruta de Nuestra Señora de la Misericordia y muchas jaulas de pájaros; una de ellas enorme donde el Hermano Hermas entraba y hablaba en flamenco y su loro “Coquito” repetía (yo creía que hablaban entre ellos). Allí vi en una mañana de verano cuando él, cometiendo un exceso de docencia, le intentaba enseñar a silbar la marcha de “Puente sobre el Río Kwai”.

   Espero que la academia y yo podamos merecer el honor  de esta nominación.

 Bibliografía:

1-    Castiglione, J, C; “Una vida ejemplar. Hermano Hermas” .Ediciones Universidad Católica de Santiago del Estero. Editorial El Liberal. Santiago del Estero.1997.

2-    Fiorentino, D, C;  “Una vida ejemplar. Hermano Hermas” .Ediciones Universidad Católica de Santiago del Estero. Editorial El Liberal. Santiago del Estero.1997.

3-    Jiménez Mosca, R; “Una vida ejemplar. Hermano Hermas” .Ediciones Universidad Católica de Santiago del Estero. Editorial El Liberal. Santiago del Estero.1997.

4-    Maidana, E, J, “Una vida ejemplar. Hermano Hermas” .Ediciones Universidad Católica de Santiago del Estero. Editorial El Liberal. Santiago del Estero.1997.

5-    Bruijn, H de; “Los Algarrobos de los cerdos”. Diario El Liberal.09/03/1986. Citado en “Una vida ejemplar. Hermano Hermas” .Ediciones Universidad Católica de Santiago del Estero. Editorial El Liberal. Santiago del Estero.1997.

Log in